Suele decirse que el verano es tiempo de renovación. Si no como de borrón y cuenta nueva, sí puede entenderse el tiempo de ocio estival como la época del año más propicia a la experimentación y a la incorporación de nuevos hábitos. Eso sólo debería bastar para mirar al verano con ojos golosones. Eso sólo debería bastar para plantearnos cada nuevo verano como una nueva oportunidad para dar un paso más hacia …

Para muchas personas, sin embargo, el verano es una dura prueba. De convivencia, sobre todo. Las parejas, por esas cosas de las vacaciones coordinadas y compartidas, están irremisiblemente condenadas a pasar juntas más tiempo del que acostumbran a pasar durante el resto del año. Las vacaciones estivales, en ese sentido, son letales para muchos matrimonios. Por eso el otoño es el tiempo de los divorcios. El verano sirve para da fe de que todo se acabó y de que lo mejor es marchar cada uno por su lado.

Algunos matrimonios llegan al verano heridos de muerte; otros, simplemente afectados de rutina. Para esos matrimonios, los besos tienen ya sabor a rancio y las caricias se han vuelto tan previsibles que apenas alcanzan a cumplir la función para la que nacieron. Las caricias de esos matrimonios caricias obsoletas, caricias con olor a naftalina y regusto a un tiempo pasado que siempre suele contemplarse como mejor.

La rutina es una enfermedad y, como todas las enfermedades, puede curarse siempre que se la coja a tiempo. Si dejas que eche raíces, la rutina se enquista. Y cuando la rutina llega al tuétano de la relación no hay terapia que la cure. Por eso es necesario acabar con la rutina cuanto antes. A veces basta con practicar algún juego de rol o el jugar con la pareja a un juego de mesa erótico y picantón. El ver películas porno juntos, el decirse palabras sucias, muy sucias, al oído, o el hacerlo al aire libre o en lugares públicos pueden ser los métodos elegidos por otras parejas para así resquebrajar la rutina e introducir en su vida un chute de adrenalina y vitalidad. A tal fin pueden ayudar, también, la introducción en las rutinas eróticas de la pareja de algunas prácticas cercanas al mundo del BDSM. Las nalgadas, las ataduras, la electroestimulación o el uso de floggers, palas o pinzas para los pezones podrían ser algunas de esas prácticas.

Hay una práctica erótica que no pertenece al universo del BDSM y que siempre acostumbra a recomendarse a aquellas parejas que desean introducir nuevas emociones en sus prácticas eróticas. Cuando se hace dicha recomendación, sin embargo, siempre se acaba aludiendo a la necesidad de romper tabús y de dejar de lado todo tipo de prejuicios culturales. Esa recomendación, que puede servir para introducir un nuevo grado de intensidad en las relaciones eróticas de la pareja, es la de la estimulación del punto P, es decir: la estimulación de la zona en que se encuentra la próstata. ¿Qué se consigue con ello? Un orgasmo especialmente intenso. Algo, sin duda, muy deseado por el hombre y que causaría furor si para alcanzarlo no tuviera que realizarse algo que, para muchos hombres, es un tema absolutamente tabú: la introducción de algún plug, dedo u otro tipo de instrumento por el ano.

Para muchos hombres, la idea de que la introducción de algo por el ano pueda producir placer es una idea de connotaciones claramente homosexuales. Ningún hombre heterosexual de ideas tradicionales aceptará, de entrada, introducir este tipo de prácticas en su manera de practicar sexo. Sólo un hombre moderno (y con eso no queremos decir joven) y de mentalidad abierta aceptará introducir la estimulación del punto P entre sus prácticas eróticas habituales. A pesar de ello, el pegging es una práctica que, sin prisa pero sin pausa, va ganando adeptos a cuentagotas.

Cuando hablamos de pegging hablamos de aquella práctica sexual en la que la mujer se encarga de penetrar analmente al hombre sirviéndose para ello de algún tipo de arnés dotado de un dildo o vibrador o mediante algún juguete sexual. La práctica de esta modalidad sexual puede cumplir dos funciones muy importantes a la hora de introducir una nueva vivacidad a la vida sexual. Por un lado, el pegging puede servir para que el hombre descubra dentro de su propio organismo nuevos caminos que conduzcan al placer; por otro puede servir para que la mujer consiga convertir en realidad una fantasía muy prototípica y extendida: la de penetrar a sus parejas.

Para todos los que quieran experimentar las sensaciones conseguidas gracias a la práctica de la estimulación del punto P, la industria del juguete para adultos ha creado un sinfín de productos. Dilatadores anales, plugs, bolas tailandesas, arneses con prótesis peneanas y vibraciones… el abanico de productos es tan grande que no habrá una persona interesada en la práctica de la estimulación del punto P que no encuentre en ese catálogo algo que sirva para la ejecución de esta práctica erótica.

En este blog hemos dedicado artículos en exclusiva a productos directamente relacionados con la estimulación del punto P como pueden ser las bolas tailandesas, los plugs anales, los lubricantes (imprescindibles en todo lo que tenga que ver con la estimulación anal) o los arneses. Si deseas conseguir cualquiera de estos productos a un precio excepcional, visita el catálogo de juguetes eróticos de SexshopDreams y visita la sección correspondiente a cada uno de esos juguetes. Escoge el que más te gusta. Seguro que se convierte en un excelente compañero para ese viaje que tienes previsto realizar este verano junto a tu pareja.