Diversos medios de comunicación se han hecho eco durante las últimas semanas de una efeméride muy señalada: los 70 años del nacimiento del bikini. Convertido en un producto alrededor del cual se mueven ingentes cantidades de dinero en todo el mundo (no en vano, es una de las prendas más usadas por las mujeres), se acostumbra a decir que el bikini como tal se debe a la obra del ingeniero mecánico francés Louis Réard. Él fue quien, el 5 de julio de 1946, lanzó a la historia este traje de baño que nacía para hacer la competencia a los trajes de baño entonces existentes. Éstos consistían en prendas de una pieza que tapaban gran parte del cuerpo. Algunas de estas prendas, una vez mojadas, llegaban a pesar hasta tres kilos. ¿El motivo? Más allá de la gran cantidad de tela utilizaba, algunas de ellas llegaban a llevar pequeñas piezas de plomo destinadas a evitar que pudieran levantarse al sumergirse en el mar.

Tras la I Guerra Mundial, sin embargo, los trajes de baño, pese a cubrir gran parte del cuerpo, se hicieron más cómodos y ligeros. También empezaron a introducir un cierto matiz de estética en su apariencia. Esos trajes de baño tenían colores más vivos, introducían el estampado y, en algunos casos, se servían de todo tipo de encajes y bordados para resultar más sensuales. Al mismo tiempo, las mangas se acortaban, el escote (que antes prácticamente llegaba al cuello) bajaba hasta colocarse por encima del pecho y las mangas se acortaban. Aún así, los trajes de baños del primer tercio del siglo XX seguían pecando de ser demasiado recatados. Sería el bikini quien, de una manera radical, viniera a romper esa tendencia y a revolucionar la historia del traje de baño femenino.

Louis Réard presentó el bikini en la piscina del hotel Molitor. Pero la presentación no fue sencilla. De entrada, las modelos profesionales eran reacias a mostrar el bikini en público. Tan reacias eran que, al final, Réard tuvo que recurrir a la ayuda de Micheline Bernardini, una striper del Casino de París, para poder presentar el bikini.

Pertenece a la leyenda de esta prenda de baño que tomara el nombre de un atolón ubicado en las islas Marshall, en la Micronesia, en medio del Pacífico. El atolón Bikini, que se hizo famoso en todo el mundo en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado por ser el lugar en el que Estados Unidos realizaba pruebas atómicas destinadas a mejorar la eficacia destructora de las bombas que en 1945 había lanzado sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, dio nombre al traje de baño ideado por Réard. Según se dice, ente 1946 y 1958 se probaron en el atolón Bikini más de 20 bombas de hidrógeno y atómicas. Cinco días antes de que Réard presentara el bikini en el Molitor, Estados Unidos había detonado en el mencionado atolón una de esas bombas.

Ese atolón, famoso por motivos tan inquietantes, sirvió para dar nombre a una prenda que supuso toda una revolución y que fue muy criticada por los sectores más conservadores de la sociedad de muchos países. En países como Bélgica, Italia y España, incluso, se llego a prohibir su uso. En estos países, el bikini era considerada una prenda “escandalosa”.

Ciertamente, la aparición del bikini supuso una pequeña revolución. El bikini, sin embargo, no había aparecido de la nada. En algunos mosaicos romanos pueden contemplarse a mujeres que realizan competiciones atléticas vistiendo prendas muy similares a los actuales bikinis y autores clásicos como Ovidio o Marcial nombraron en algunas de sus obras una especie de tira de tela que las mujeres se enrollaban alrededor del pecho. Estas tiras de tela deben ser consideradas, pues, los antecedentes más antiguos de los bikinis que en su momento popularizaran personalidades como Claudette Colbert, Brigitte Bardot, Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Ava Gardner…

Fueron estas mujeres, desde las portadas de las revistas o sus películas, quienes hicieron popular esta prenda que publicaciones como Sports Illustrated o Playboy convirtieron en protagonista estelar de sus páginas. La aparición en bikini de Ursula Andress en la famosa escena de Dr. No acabó universalizando esta prenda y convirtiéndola en un modelo de sensualidad y erotismo.

Recordar algunas imágenes míticas de mujeres en bikini (la citada de Andress en la película de la saga de James Bond, la de Carrie Fisher/Princesa Leia en El retorno del Jedi, la de Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer o la del bikini naranja de Halle Berry en Muere otro día) bastará para comprobar hasta qué punto el bikini puede otorgar a la mujer un aire absolutamente sensual.

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Desde que Réard lo presentara en sociedad, el diseño del bikini no ha parado de evolucionar. En la actualidad, en el mercado pueden encontrarse todo tipo de bikinis, desde el más tradicional (cuya braguita sube por debajo del ombligo) hasta aquellos en los que la tela es casi un suspiro. El trikini, el tankini y el microkini (con sus variantes cheeky, g-string o T-back, entre otras) serían algunas de las evoluciones que el bikini de Réard ha experimentado a lo largo de su historia.

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