Hablar de arneses eróticos es hablar de consoladores, vibradores y penes realísticos que, mediante correas u otro sistema, pueden colocarse como si fueran un apéndice natural del cuerpo humano para, de ese modo, servir para la penetración. La idea, en el fondo, es tener un pene artificial a la altura del pubis. Este pene puede ser de múltiples tamaños y por regla general puede retirarse de la estructura propia del arnés, es decir, del dispositivo especialmente ideado para sujetar dicho instrumento al cuerpo.

El uso del arnés erótico acostumbra a estar asociados al lesbianismo. El pensar que el arnés puede servir única y exclusivamente para que la mujer lesbiana se dote de aquello que, por naturaleza, no posee (para de ese modo poder disfrutar de una relación erótica especialmente intensa junto a su pareja), es un pensamiento en exceso reduccionista.

Los arneses son, sin duda, un fantástico instrumento para el goce lésbico, pero su uso puede ir mucho más allá. De hecho, son cada vez más los hombres que, en el seno de una relación heterosexual, se están aficionando a los juegos anales en los que es el hombre quien desempeña un rol pasivo. El pegging, ese juego erótico en el que hombre y mujer intercambian sus roles y en el que ésta se coloca un arnés erótico equipado con un dildo, un vibrador o un pene realístico para penetrar con él al hombre, se está volviendo, poco a poco, una práctica habitual en un número más alto de parejas de las que puedes imaginar. La estimulación prostáticas y los placeres derivados de ella van ganando adeptos y el pegging es una práctica ideal para explotar dichas opciones eróticas de placer.

El arnés que puede utilizarse para practicar el pegging (o para mantener una relación lésbica) puede ser un arnés sin correas. En este caso hablamos de un consolador con una forma ergonómica y dos extremidades. Una de esas extremidades se introduce en la vagina de la mujer activa y el otro extremo del arnés sin correas está destinado al ano de la pareja hetero u homosexual o a la vagina de la pareja homosexual. La incorporación de algún tipo de vibración a alguno de los extremos (o a los dos) de este juguete erótico amplía sus posibilidades de proporcionar placer a sus usuarios.

El arnés erótico más tradicional, sin embargo, es el arnés con correas. Éstas pueden consistir en dos tiras (una para la cintura y otra para el ano) o en tres tiras (una para la cintura y dos más, una para cada muslo). Los gustos de cada cual determinarán qué tipo de arnés resulta más útil y práctico. Todos ellos garantizarán, sin embargo, la posibilidad de cambiar el tipo de dildo. Se podrán colocar penes huecos para que el hombre introduzca el suyo dentro para, así, remediar un pinchazo sexual (esos repentinos desplomes de la erección a los que los hombres tanto temen) o para experimentar con la pareja una penetración con un pene más grueso o largo. Recordemos siempre que la innovación es la mejor manera de revitalizar la vida sexual y de estrechar los lazos de unión con la pareja.

Algunos arneses están especialmente diseñados para permitir la doble penetración. Bien con dos dildos (en el caso de la relación lésbica), bien con un dildo y el propio pene (en el caso de la relación heterosexual), los arneses eróticos están especialmente diseñados para proporcionar un placer total a la persona pasiva. Escoger una tamaño adecuado es, en este caso, primordial, sobre todo si la experiencia en el uso de estos dispositivos y en el juego anal no es excesivamente grande.

El uso del arnés sexual y, por tanto, del consolador que a él se adapte, siempre debe ir acompañada del uso generoso de lubricante. Todo consolador debe ser utilizado con lubricante para evitar molestias e irritaciones derivadas de la penetración. Si, además, el mismo consolador va a servir para intercambiar penetración anal con penetración vaginal, se deberá contar con la inestimable colaboración de algún que otro preservativo que cubra el dildo o vibrador en el momento de realizar la penetración.

La experimentación y el habituarse al uso del arnés erótico permitirán que cada pareja encuentre sus posturas eróticas preferidas para practicar sexo con uno de estos maravillosos instrumentos sexuales. Para iniciarse en su uso, sin embargo, se recomienda siempre recurrir a la socorrida postura del perrito.

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