Ni te vas a quedar ciego ni se te va a pudrir la médula. Los curas mentían y mentían también algunos médicos que, recogiendo el pensamiento de la Iglesia y su pertinaz persecución de todo lo que tuviera que ver con el sexo sin finalidad procreadora, editaron, en siglos pasados, algunos libros que, con un lenguaje pseudocientífico, intentaban alertar contra lo que ellos consideraban la insania y el pecado de la masturbación.

Tissot fue, en 1748, uno de esos médicos que clamaron contra la masturbación y su práctica. En El onanismo. Tratado sobre los desórdenes que causa la masturbación, el suizo Tissot sostenía que la masturbación, al igual que cualquier otra práctica sexual, producía una acumulación de sangre en la cabeza que hacía que el resto del cuerpo perdiera gran parte del riego sanguíneo. Esto, a la larga, producía una degeneración de los nervios y esa degeneración conducía más pronto que tarde a la demencia. La teoría de Tissot, pues, se resumía en la afirmación que sostenía que masturbación y locura iban de la mano y que quien se masturbaba de manera más o menos frecuente corría a galope tendido a engrosar la lista de quienes, perdida la razón, debían ser recluidos en los lóbregos y temidos manicomios de la época.

La influencia de las esferas eclesiásticas en el sistema educativo durante siglos hizo que la masturbación fuera tenida durante mucho tiempo como una práctica execrable. Así, influenciado por esa educación, el que la practicaba debía lidiar con el sentimiento de culpa que le causaba algo que, por otro lado, le producía un gran placer físico. Debió llegar el siglo XX para despojar a la masturbación de esta visión pecaminosa. Actualmente la masturbación es considerada una práctica sexual más, un camino al placer y una manera inmejorable de conocer los propios patrones de excitación y respuesta sexual. La masturbación puede ser, también, una excelente terapia para ayudar a evitar la eyaculación precoz.

Aceptado todo esto, y arrumbados en el rincón de lo caduco los discursos religiosos contra la masturbación, ésta se ha convertido en una práctica tenida por natural. Los hombres, por fin, (y por supuesto, las mujeres) pueden bromear sobre ella y practicarla sin sentimientos de culpa ni miedo a, por ejemplo, ver cómo su mano puede llenarse de pelos o cómo puede quedarse inválido.

Liberados de esa culpa, hombres y mujeres buscan el modo de añadir un toque de sofisticación y, al mismo tiempo, de placer, a la práctica masturbatoria. Ya hemos hablado de este blog de dildos, vibradores rampantes y vibradores para punto G. Ya hemos hablado también de los diferentes tipos de masturbadores masculinos que pueden encontrarse en el mercado. En este post vamos a prestar especial atención a uno de esos masturbadores que, poco a poco ha ganado una gran popularidad entre todos aquellos hombres que, en un momento determinado de su vida, han buscado un juguete erótico para masturbarse. Ese masturbador masculino del que estamos hablando es el huevo masturbador.

Si a alguien debemos agradecer el nacimiento del huevo masturbador es a la marca japonesa Tenga. Especialista en el diseño y elaboración de masturbadores masculinos, Tenga lanzó al mercado en 2010 los Tenga EGG. Tenga diseñó seis interiores distintos para proporcionar seis sensaciones diferentes a la hora de masturbarse. Con rizos ondulados (modelo Wavy), con nódulos y protuberancias de estimulación (Cliker), con espirales (Twister), con cuñas bidireccionales (Stepper), con tela de araña (modelo Spider) y con la llamada versión “Silky”, diseñada para procurar un estímulo delicado y sedoso sobre el miembro, los huevos masturbadores Tenga EGG se ofrecían como un masturbador masculino elástico que, acompañado de lubricante, podía extenderse hasta 30 cm de largo y 20 de ancho. Sin duda, un masturbador adaptable a todas las tallas y tamaños de pene. Esto, y su facilidad de uso, hizo que Tenga diseñara nuevos modelos de interior para sus huevos masturbadores para, así, proporcionar nuevas sensaciones a sus usuarios. Estos modelos (Thunder, Crater, Misty, Cloudy, Shiny y Surfer) forman, junto a los seis anteriores y al modelo Lovers (con salientes en forma de corazón y material transparente), el amplio catálogo de huevos masturbadores que Tenga ha lanzado al mercado.

De usar y tirar, los huevos masturbadores Tenga son algo así como un caparazón que contiene en su interior un huevo blando de gelatina con un agujero. Para utilizarlo, basta con colocar en el interior del agujero el lubricante contenido en una bolsita que acompaña al huevo masturbador y, después, colocar el huevo en la punta del pene. Tras colocarlo ahí, bastará con deslizarlo hasta la base del mismo.

Tenga, que lo ha pensado todo para proporcionar las máximas opciones de placer al hombre que gusta de masturbarse, tuvo la genial idea de presentar los seis modelos originales de huevo masturbador Tenga EGG en una huevera para que, así, el usuario pudiera experimentar con las diferentes sensaciones proporcionadas por este maravilloso juguete erótico.