La masturbación ha vivido durante muchos siglos a caballo entre el tabú y el pecado. La gente negaba que se masturbaba, lo consideraba una actividad sucia y, aún hoy, la Iglesia católica incluye la masturbación en su listado de pecados. Es precisamente del terreno de la religión de donde han llegado algunos de los ataques más furibundos contra la masturbación y es desde los ámbitos de la religión, precisamente, de donde procede el que seguramente sea considerado el sinónimo más famoso de la palabra masturbación: onanismo.

Sobre el onanismo y la Biblia

Al pronunciar la palabra onanismo estamos, en cierto modo, rememorando una historia bíblica: la historia de Onán, personaje bíblico que fue castigado con la muerte por desobedecer el mandato divino de preñar a la mujer de su hermano Er. Tanto Er como Onán eran hijos de Judá. Al fallecer Er por su mala conducta, Onán tuvo que casarse con Tamar, que había sido la mujer de aquél. Según una antigua ley mosaica (la ley del levirato), el pariente más cercano (en este caso Onán) estaba obligado a casarse con la que había sido la mujer del difunto y estaba obligado a darle un hijo. Ese hijo, sin embargo, sería considerado siempre hijo del primer marido (esto es, de Er).

Onán, por lo que se deduce de la lectura de La Biblia, no estaba por la labor de tener un hijo que no fuera considerado hijo suyo, pero tampoco estaba por desaprovechar la oportunidad de gozar de los encantos eróticos de Tamar. Así, cuando en pleno coito llegaba el momento de la eyaculación, Onán se retiraba del cuerpo de Tamar y eyaculaba en el suelo (o eso se cuenta en La Biblia), imposibilitando de ese modo el embarazo de la joven. Este eyacular fuera de la vagina de Tamar implicaba desobedecer el mandato divino y el Dios del Antiguo Testamento nunca destacó por su sentido del perdón. Por ese motivo, ofendido por el desacato a su autoridad, Yahvé castigó a Onán con la muerte.

Ciertamente, lo que se cuenta que hizo Onán no tiene nada que ver con la masturbación. Onán no se alivia en solitario. Onán, simplemente, decide de manera reiterada no culminar un coito. A pesar de eso, y por extrañas razones, onanismo, esa palabra derivada del nombre de Onán, se ha convertido finalmente en sinónimo de masturbación. Y del mismo modo que Yahvé castigó a Onán con la muerte, la Iglesia ha estigmatizado por los siglos de los siglos la masturbación. Tanto la masculina como la femenina. Penas del infierno, penitencias… eso es lo que la Iglesia ha reservado para quien ha gozado autoestimulándose.

A la tarea represora tradicional de la Iglesia sobre la masturbación hay que sumar, además, la de ciertos médicos que, siglos atrás, acusaron a la masturbación de causar ciertos tipos de males, tanto físicos como psicológicos. A la masturbación femenina, por ejemplo, se la ha relacionado con la ninfomanía o con la falta de una pareja. Según ese punto de vista, la mujer sin pareja se “consolaba” de dicha falta autoestimulándose. Por eso durante mucho tiempo a los dildos, vibradores y otros tipos de masturbadores femeninos se les llamó consoladores.

Razones para defender la masturbación femenina

Por suerte, la medicina se ha ido separando con el paso de los siglos y cada vez más de las supersticiones y de la influencia de la religión y ha seguido sus propios caminos. Uno de esos caminos ha conducido a nuevos planteamientos ginecológicos y sexológicos que han permitido analizar la masturbación como una actividad que debe ser contemplada con la vista limpia de prejuicios morales y religiosos y que, por tanto, ha permitido asumirla como una actividad beneficiosa tanto para hombres como para mujeres.

Diversos estudios, por ejemplo, han servido para demostrar cuáles son los beneficios más significativos que la masturbación femenina tiene para la mujer. Entre dichos beneficios podemos encontrar los siguientes:

  • La masturbación femenina beneficia al suelo pélvico. Éste puede ser mejorado con los famosos ejercicios de Kegel, pero también la masturbación sirve para mejorar el tono de los músculos que cierran la cavidad abdominal en la parte inferior y que sostiene los grandes órganos corporales. El uso de determinados juguetes eróticos como pueden ser, por ejemplo, las bolas chinas, resulta de gran utilidad para mejorar la musculatura del suelo pélvico.
  • Se mejoran los orgasmos. Entre los beneficios de la masturbación femenina para la sexualidad de la mujer encontramos uno que se deriva del ya mencionado fortalecimiento de la musculatura pélvica: el incremento de la cantidad y la calidad de los orgasmos.
  • Otro de los grandes beneficios de la masturbación femenina es el incremento del apetito sexual de la mujer. La masturbación femenina, al contrario de lo que se ha dicho durante mucho tiempo, no inhibe el deseo sexual de la mujer. Al contrario. Hay estudios que lo demuestran.
  • Muchos ginecólogos y sexólogos han destacado también cómo entre los beneficios de la masturbación femenina figura el de aliviar dolores premenstruales. El hecho de que el orgasmo sirva para relajar los músculos implica que, llegado el momento menstrual, éstos provoquen menos dolor.
  • Otro tipo de relajación que va asociado directamente al acto de la masturbación femenina es la relajación total del cuerpo. Esa relajación total es la mejor cura para el insomnio o el sueño insuficiente.
  • Durante la masturbación se liberan sustancias como la oxitocina o la dopamina, endorfinas que sirven para ayudarnos a sentirnos bien. Éste sería, sin duda, uno de los grandes beneficios de la masturbación femenina.
  • La masturbación femenina, además, sirve para mejorar la circulación sanguínea y la salud cardiovascular y para ayudar a bajar el peso. Sí: una mujer, cuando se masturba, está quemando calorías.
  • Otro de los grandes beneficios de la masturbación femenina es que, gracias a ella, la mujer ve cómo mejora su autoestima. La mujer que aprende a conocer el funcionamiento de su cuerpo (la masturbación es un magnífico método de aprendizaje de nuestra propia sexualidad), aprende también a quererlo. La mujer que convierte la masturbación en una práctica más o menos habitual es una mujer mucho más segura de sí misma y qué sabe qué espera que le den en la cama para sentirse satisfecha y feliz.

Finalmente hay que señalar que hay algunos estudios que apuntan a que el ayudar a prevenir algunas enfermedades es, también, uno de los beneficios de la masturbación femenina. Al masturbarnos se activan algunos componentes del sistema inmune y esa activación permite colocar una serie de barreras que nos ponen a salvo de esas enfermedades. ¿A qué enfermedades nos referimos? A la endometriosis, por ejemplo, una enfermedad que puede acabar provocando la infertilidad femenina. O a las infecciones urinarias. Al masturbarse, se abre el cuello uterino y, al abrirse éste, se libera la mucosidad que en él pudiera existir al igual que se liberan los fluidos cervicales, sustancias ambas que pueden albergar múltiples bacterias.

Como ves, son muchos los beneficios que se pueden derivar de la masturbación femenina. ¿Por qué, pues, renunciar a ella? Nosotros defenderemos siempre que la persona explore su propia sexualidad y haga todo lo posible por gozar de su propio cuerpo y su propia sexualidad sin por ello coartar la libertad de otra persona.

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