El sueño de todo hombre es reducir al máximo el tiempo que tarda en volver a cargar tras haber descargado o, dicho sin recurrir a imágenes más o menos manidas, volver en el menor tiempo posible a tener una erección tras haber eyaculado.

El ciclo de la respuesta sexual incluye varias fases. Esas fases se conocen con el nombre de excitación, meseta, orgasmo y resolución. Generalmente, este ciclo es distinto en el hombre y en la mujer. La mujer, llegada a la fase de la resolución, puede regresar con mayor facilidad a la fase de excitación que el hombre. Al hombre le cuesta más. Tras haber eyaculado, el hombre acostumbra a languidecer. Su pene pierde rápidamente la intensidad de su erección y los testículos vuelven a su posición recobrando su tamaño habitual. En ese período, cuando se producen todos esos cambios en los genitales masculinos y el escroto se afloja, resulta imposible para el hombre volver a tener una eyaculación. Transcurrido un tiempo indeterminado (y que varía en cada persona) el hombre podrá volver a tener una erección y podrá, de nuevo, eyacular. Ese tiempo que media entre la primera eyaculación y una nueva erección se conoce como período refractario y todo hombre quisiera ver reducido a su mínima expresión dicho período.

En la mayor o menor magnitud del período refractario influyen diversos factores. La edad, por ejemplo, sería uno de ellos. O determinadas circunstancias personales. El padecer estrés, por ejemplo, acostumbra a contabilizarse como una de las causas principales del aumento del período refractario. También la ingesta de determinados medicamentos suele contabilizarse entre ellas. Entre los medicamentos que acostumbran a provocar el aumento del período refractario figuran, entre otros, los antidepresivos, los ansiolíticos, los antipsicóticos, los antihipertensivos, los antihistamínicos y los relajantes musculares.

En determinados momentos de las relaciones sexuales, algunos hombres pueden angustiarse a consecuencia de la existencia del período refractario. Esos hombres querrían seguir “cumpliendo” con su pareja lo antes posible, pero, como suele decirse, lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Lo que el hombre no debe hacer, en esta circunstancia, es angustiarse. La angustia, después de todo, juega en contra de una nueva posibilidad de erección. Tampoco, ante la llegada del período refractario, el hombre debe pensar en el fantasma de la disfunción eréctil. El período refractario es algo absolutamente natural y con lo que hay que contar. Claro que a casi ningún hombre le gusta dejar a su pareja “a medias”. Si la mujer no ha conseguido alcanzar su orgasmo, lo que el hombre debe hacer es, más allá de angustiarse y de clamar al cielo por la existencia del período refractario, proseguir con la estimulación de su pareja, en especial en aquellas zonas de la anatomía de la misma que resulten especialmente sensibles. Alargar los preliminares es una buena manera de no “enfriar” a la pareja y de esperar a que la erección vuelva a tener lugar. En muchas ocasiones, esos mismos preliminares servirán para llevar a la mujer al orgasmo. Como acostumbra a decirse, lo que a veces no consigue un pene lo acaba consiguiendo una lengua.

¿Cómo reducir el período refractario?

Asumido el carácter natural del período refractario, ¿podemos plantearnos el reducirlo? Sí. Para ello lo mejor acostumbra a ser cambiar ciertos hábitos de vida. Una buena condición física es fundamental para reducir el período refractario y toda buena condición física se sustenta sobre dos ejes: una buena alimentación y la práctica habitual de deporte. Ambos factores servirán para reducir el período refractario. Pero… ¿de qué hablamos cuando hablamos de una buena alimentación? De una dieta a base de vegetales, pescados, arroz, pastas… es decir: alimentos que sean buenos para el sistema cardíaco y que favorezcan una digestión que no sea pesada. Una digestión lenta tras haber comido de manera excesiva ralentiza nuestro metabolismo y, con ello, también el período refractario.

Otra buena manera de reducir el período refractario es intentar retrasar la eyaculación el mayor tiempo posible. Aprender a controlar la eyaculación permite mantener durante más tiempo la erección e, incluso, que ésta persista tras haber alcanzado el orgasmo. Y es que orgasmo y eyaculación no siempre van de la mano. Uno de los objetivos de las enseñanzas tántricas es precisamente ése: disociar los mecanismos del orgasmo de los de la eyaculación. Para conseguirlo puede resultar de ayuda practicar los famosos ejercicios de Kegel. La ejecución diaria de varias series de 20 contracciones de los músculos existentes entre el hueso del pubis hasta el coxis servirá para fortalecer dichos músculos. El entrenamiento de estos músculos mediante los ejercicios Kegel servirán, llegado el momento del acto sexual, para contraerlos a voluntad y, así, experimentar el placer del orgasmo sin eyacular y, por tanto, manteniendo la erección reduciendo o eliminando así el período refractario.

Otro de los consejos que suelen darse a los hombres que deseen reducir su período refractario es que experimenten con la masturbación. ¿Cómo? Aguantando la excitación el máximo tiempo posible para mantener unos altos niveles de excitación tras la eyaculación. En ocasiones la eyaculación se produce no el punto más alto de la excitación a la que puede llegarse. El hombre, por decirlo de algún modo, se deja ir para eyacular cuanto antes. Lo que tiene que intentar si desea reducir el período refractario es precisamente lo contrario. Esta modalidad de masturbación puede provocar dolor o irritación en el pene. Si fuera así, el hombre debería detener la masturbación.

Finalmente, podríamos considerar que la mayor o menor duración del período refractario tiene que ver con el nivel de excitación. Uno y otro se relacionarían de manera inversamente proporcional. Es decir: a mayor nivel de excitación, menor período refractario. Y viceversa. Para reducir el período refractario deberíamos, pues, incentivar el nivel de excitación o, lo que es lo mismo, deberíamos estimular la libido. Para ello existen varios caminos, desde el cambio del objeto estimulante (cambiar una pareja por otra para comprobar la veracidad del llamado “efecto Coolidge”) hasta el uso de afrodisíacos que sirvan para aumentar el deseo y la potencia sexual.

Desde el principio de la historia se han buscado alimentos, sustancias, brebajes, pócimas y todo tipo de formulaciones que sirvan para estimular la libido de la persona y aumentar la potencia y la resistencia sexual del hombre. La industria sexual no ha hecho sino proseguir el camino marcado por una búsqueda milenaria que ha conducido a la elaboración de todo tipo de afrodisíacos. Bebibles, diluibles, en forma de crema, como perfumes, en spray… son múltiples las presentaciones en que podemos encontrar, en la actualidad, los afrodisíacos. Si deseas encontrar un afrodisíaco que te ayude a reducir tu período refractario estimulando tu libido y aumentando tu excitación, búscalo en el catálogo de productos eróticos de SexshopDreams.