Lo han dicho muchos sexólogos: el cerebro es el órgano sexual más importante. En el cerebro se origina la excitación y es el cerebro quien nos permite experimentar el placer. No podemos obviar la importancia que el tacto adquiere en lo sexual, pero tampoco podemos olvidar, al hablar de experiencia sexual, que la intensidad de la excitación y del placer sexual no deriva sólo de la directa estimulación genital.

En la experiencia erótica el tacto desempeña, sin duda, un papel fundamental. Pero no es el único sentido que interviene en ese maravilloso viaje hacia el orgasmo que, en el fondo, suele ser toda experiencia sexual. También interviene el oído, por ejemplo. O el gusto. O el olfato. O la vista. Son afrodisíacas las palabras sucias que los amantes se susurran al oído como son afrodisíacos los gemidos y suspiros que la pareja exhala en el momento del sexo o la visión del cuerpo desnudo de la pareja o el sabor de sus flujos más íntimos.

Al final, y en definitiva, todos los sentidos confluyen y dependen del funcionamiento de un centro rector, el cerebro, que se convierte en el responsable primero de esa excitación sin la que no existiría la práctica sexual. El cerebro es, así, una zona erógena de primer grado (la principal zona erógena), y como zona erógena que es debe ser estimulada correctamente para dar la respuesta física adecuada en cada uno de los sexos.

Una de las maneras más eficaces de estimular esa zona erógena que es el cerebro es acariciarlo a base de palabras. Si esas palabras hacen referencia a acciones directamente eróticas, la estimulación erótica del cerebro dará con toda probabilidad sus frutos físicos más evidentes: erección en el caso del hombre y lubricación en el de la mujer. Así, la lectura de textos eróticos o de literatura erótica se convierte en un afrodisíaco de primer orden. La literatura erótica nos ayuda a formarnos excitantes imágenes mentales, nos hace fantasear con situaciones de alta intensidad erótica, nos coloca imaginariamente como protagonistas de una escena en la que la pasión se desborda y la excitación sexual lo domina todo.

Las estadísticas dicen que las mujeres, aún antes de que viera la luz la trilogía de Cincuenta sombras de Grey, han sido siempre las principales lectoras de literatura erótica. Con una sexualidad más compleja y refinada que la del hombre, la mujer ha encontrado históricamente en la literatura erótica un magnífico estímulo para enriquecer su propia práctica sexual aprendiendo nuevas posturas y nuevas prácticas y para nutrir su imaginario erótico con nuevas fantasías.

En ocasiones, y ante un descenso más o menos importante de la libido, basta con recurrir a una buena novela erótica para reanimar el deseo adormecido. A estos libros que estimulan nuestra libido y nos excitan sexualmente se les ha llamado en más de una ocasión “libros para leer con una sola mano”. Entendiendo la literatura erótica como afrodisíaco de comprobada eficacia, la mano que no se emplea en sujetar el libro que se está leyendo se afana en calmar la excitación sexual que la lectura erótica produce.

La literatura erótica cumple, además, otra serie de funciones. Títulos como El amante de Lady Chatterley, Lolita, Historia de O, Delta de Venus, Sexus, Las edades de Lulú, Justine o los infortunios de la virtud o Emmanuelle (por poner sólo unos ejemplos de títulos clásicos de literatura erótica) excitan nuestra sensibilidad, nos ayudan a liberarnos de tabúes y prejuicios y nos permiten derribar las barreras del puritanismo que, en ocasiones, las sociedades o las creencias religiosas imponen para, haciéndonos seres menos libres, tenernos más a su merced. Así, la literatura erótica nos enriquece más allá de su simple función afrodisíaca.

En el catálogo de productos de Sexshopdreams se pueden encontrar múltiples obras de literatura erótica que pueden cumplir fantásticamente su función afrodisíaca y, al mismo tiempo, enriquecer nuestro modo de vivir la sexualidad y practicarla. Obras como Diario de una sumisa (Sophie Morgan), El método Valérie (Valérie Tasso), Más sexo y menos Nueva York (Catherine Townsend), El oscuro juego de Lucifer (Charlotte Bennet), La pasión de Darius (Raine Miller), Valeria al desnudo (Elísabet Benavent) o diferentes libros de educación sexual, de manuales para mejorar el sexo oral o de versiones más o menos actualizadas del Kama-Sutra, pueden servir para ampliar nuestros horizontes imaginativos en materia sexual.