Hay hombres que aún no se han recuperado del amago de infarto que sufrieron aquel día. Esos hombres aún tienen en su mente la imagen. Imborrable y excitante. Provocadora. Sucedió más o menos por estas fechas hace ya dos años, aunque el tiempo transcurrido, en este caso, importa poco. De tanto en tanto aparecen imágenes que nacen con vocación de eternidad. Ésta de la que hablamos ahora es una de ellas. Fue tomada en la entrega de premios CFDA, unos premios de moda que cada año se entregan en Nueva York. La galardonada con el Icon Fashion Award 2014 era, en esa ocasión, una muy atractiva y sexy cantante nacida en la isla de Barbados: Rihanna.
De Rihanna poco podemos decir que no sepan los amantes del erotismo. Que es sexy salta a la vista. Que basta una mirada suya para despertar en un hombre los pensamientos más sucios, también. Pero en esa gala descubrimos que Rihanna era también una mujer a la que no le importa lo más mínimo arriesgar a la hora de vestirse. Su vestido lo demostraba. Diseñado por Adam Selman, el vestido estaba cubierto por un sinfín de cristales Swarovski. Aunque lo más llamativo de aquel magnífico e inolvidable vestido no era su cascada de brillos. Lo inolvidable de aquella creación de Selman era que apenas cubría nada. Bajo él se intuía la casi completa desnudez de la artista. Y decimos casi completa porque más allá del susto inicial, la presencia de unas braguitas tanga color carne bajo el vestido se hacía muy evidente a la que uno fijaba la atención en la silueta de la artista. Eso no impidió que los corazones de muchos hombres estuvieran a punto de dejar de latir.
Como Rihanna en la ocasión de la que te hablamos, vez son más las artistas que escogen las transparencias para pasearse por las pasarelas y los photocalls de medio mundo. Modelos como Irina Shayk o Gigi Hadid o actrices y cantantes como Natalie Portman, Jennifer Lawrence o JLo han aparecido en diferentes acontecimientos con vestidos transparentes más o menos osados y bajo los que no se intuía presencia alguna de sujetador, braguita o tanga. ¿Se arriesgaban estas artistas a mostrar sus partes más íntimas al público sólo para darse el gustazo de llamar la atención luciendo un vestuario espectacular?
Commando y Shibue Couture
La respuesta es no. La respuesta, de hecho, era una marca de lencería: Commando. ¿Por qué “comando”? Porque la expresión “ir en plan comando” quiere decir “ir sin ropa interior”. Y fue de esa expresión, precisamente, de donde Kerry O’Brien, una directiva de una empresa de relaciones públicas de Manhattan, sacó la idea que había de servir para dar nombre a la empresa de lencería íntima que había decidido fundar poco después de los atentados contra las Torres Gemelas. Kerry O’Brien decidió dejar aquel trabajo en el que, por motivos laborales, había tenido que visionar las imágenes del atentado una y otra vez y buscar un nuevo horizonte laboral. Lo encontró tras pensar en algo a lo que había dado vueltas una y otra vez: las mujeres prestaban mucha atención a sus vestidos y complementos pero muy poco a su ropa interior. Y a eso había que poner remedio de alguna manera. Creando la propia marca de lencería, por ejemplo.
El objetivo principal de Kerry O’Brien al frente de Commando era conseguir una ropa interior hecha con tejidos de lujo que, sin elásticos ni costuras, proporcionaran un confort y una invisibilidad totales. Es decir: buscar una mujer con una silueta sin marcas gracias a una ropa interior invisible. Para conseguirlo fue fundamental disponer de un tejido muy especial en el que el nylon elástico y la lycra se mezclaran para permitir la realización de esos tangas nude y esas pezoneras prácticamente invisibles que han permitido que muchas artistas hayan podido lucir esos vestidos extremadamente exhibicionistas y llamativos que dejan poco lugar a la imaginación. En la actualidad, Commando es una de esas marcas de referencia que todos los asesores de estilo de las actrices tienen siempre presente. Gracias a las piezas de Commando una mujer puede, por ejemplo, lucir un espectacular escote trasero o un vestido con un tejido muy fino.
El éxito de una marca se hace más patente todavía cuando a dicha marca empiezan a salirle competidores. En el caso de la lencería invisible, marcas como Cosabella o Shibue Couture, por poner dos ejemplos, han seguido la senda inaugurada por Kerry O’Brien. Shibue Couture, por ejemplo, ha comercializado una braguita que, sujeta con una pegatina de silicona lavable, cubre lo más imprescindible permitiendo a quien lo lleva ponerse un vestido que prácticamente no cubra nada sin que se vea ningún tipo de cinta perteneciente a la ropa interior.
El catálogo de Shibue Couture incluye más de 20 productos entre los que destacan las pezoneras blancas y, por supuesto, los minitanga nude. Shibue Couture no se ha olvidado del hombre a la hora de diseñar sus productos de lencería invisible y ha creado un calzoncillo sin cintura. En este caso, como en el de la mujer, es el adhesivo de gel de silicona lavable el que permite la fijación de la prenda de lencería.
El encanto de la lencería erótica de toda la vida
Desde nuestra humilde opinión, sin duda todas estas prendas de lencería invisible permiten lucir un tipo de vestidos cuajados de excitantes y provocadoras transparencias y amplísimos escotes que, en las pasarelas y los photocalls, permiten a quien los lleva llamar mucho la atención y ganarse un rincón en la prensa. Sin duda creemos que esas prendas de lencería invisible son también un gran invento y un gran descubrimiento para todas aquellas mujeres que, en celebraciones especiales, quieran lucir vestidos de ese tipo, finos hasta la casi transparencia o con escotes traseros o delanteros que amenacen con mostrar esas zonas de la entrepierna o la espalda que se acostumbran a esconder a la mirada de los desconocidos.
Pero defender lo anterior no quiere decir que no asumamos que, en cierto sentido, esas prendas de lencería invisible finiquitan o arrinconan a algo que, sin duda, puede resultar muy erótico: la imagen de la mujer vestida con una sensual y excitante prenda de lencería interior. En la intimidad de una habitación, los bodys, los conjuntos, los corsés y corpiños, las braguitas y tangas más tradicionales son, sin duda, mucho más sugerentes, más elegantes y más provocadores que una pegatina que cubra el pubis o una pezonera nude. Además (y no nos engañemos) también sirven para dar encanto y glamour a unos cuerpos que, por regla general, ni se ajustan ni tienen por qué ajustarse a lo que los estándares de la publicidad o la moda determinan que es bello cuando se habla del cuerpo femenino.
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