En más de un artículo de este blog hemos hecho referencia al humilde preservativo y a su impagable función a la hora de evitar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual o ETS y de impedir embarazos no deseados. Hemos hablado de la historia del condón y de los nuevos modelos que van saliendo al mercado. Entre estos últimos hemos destacado los preservativos detectores de ETS y el Hex, el revolucionario preservativo creado por la marca LELO. Sabemos cómo se fabrica un preservativo y sabemos que podemos adquirirlo en multitud de establecimientos.

Hoy en día el preservativo puede comprarse en farmacias, supermercados, gasolineras, sexshops, máquinas de vending e, incluso, on line. El abanico de posibilidades que se ofrecen a aquellas personas que desean comprar un preservativo son, sin duda, muy amplio. Pero hubo un tiempo en que no era así. Hubo un tiempo en los que no existía internet ni las tiendas podían, de manera legal, vender profilácticos. El sexo era algo que se vivía a escondidas y en condiciones no siempre demasiado higiénicas. Hablamos de tiempos de miseria y pobreza en una Barcelona en el que la prostitución proliferaba como en pocas ciudades del mundo.

Mitad condonerías, mitad clínicas para ETS

En esos años de los siglos XVI y XVII, cuando el antiguo Hospital de la Santa Creu no podía dar abasto para atender a todas las personas que acudían a solicitar ayuda para tratarse de algún tipo de ETS (la gonorrea y la sífilis parecían campar a sus anchas en una ciudad que todavía no había roto el corsé de sus murallas y en el que la más mínima higiene brillaba por su ausencia), fueron unos pequeños establecimientos especializados única y exclusivamente en la atención de enfermedades sexuales los que se encargaron de acudir en ayuda sanitaria de prostitutas y clientes. Estos pequeños establecimientos recibían el nombre genérico de “tiendas de gomas y lavajes”, denominación que retrataba a la perfección la actividad que en ella se desarrollaba.

En los establecimientos de gomas y lavajes se vendían preservativos y se hacían curas preventivas para evitar las purgaciones que acompañaban a las infecciones venéreas. En los primeros tiempos, los lavajes se realizaban con vinagre o con soluciones jabonosas varias. Para realizar estas curas, el lavaje se realizaba introduciendo en el interior del pene o de la vagina una cánula de cristal muy fino, con una pera de goma, y a través de esa cánula se irrigaban los genitales con una solución acuosa desinfectante.

La mayor proliferación de los locales de gomas y lavajes se produjo en Barcelona a finales del siglo XIX y principios del XX. En esta época ya se comenzaron a vender los condones de látex fino (en los siglos anteriores los establecimientos de gomas y lavajes vendían preservativos hechos con tripas de cordero, cabra o ternera o con fundas de tela) y mejoraron las técnicas de lavaje y prevención. Las lavativas de carbonato sódico y las pastillas de quinina sirvieron en esos años para prevenir o tratar las infecciones venéreas.

Nombres como La Mundial, Clínica Oriental, El Cupido, La Favorita, La Previsión, La Mascota, La Normanda, La Especial, La Cosmopolita, la Clínica Bola de Oro, La Corona, La Japonesa o la Clínica Gallego sirven para recordar algunas de las más famosas tiendas de gomas y lavajes de Barcelona. Cada cual tenía su método para publicitarse y atraer la atención de prostitutas y clientes (unas y otros eran los clientes habituales de los establecimientos de gomas y lavajes). En La Especial, por ejemplo, y como si de un antecedente de las sesiones de tuppersex se tratara, enseñaban a utilizar el preservativo. En La Japonesa, además, se vendían vibradores y penes realísticos de goma. Entre su clientela, cuenta la leyenda, figuraban vips como Ava Gardner, Salvador Dalí, Luis Miguel Dominguín o la malograda actriz norteamericana Romy Schneider. La Clínica Bola de Oro, por su parte, tenía a dos empleados que recorrían todo el Barrio Chino (lo que hoy se conoce con el nombre de Raval y que era donde se acumulaban la mayor parte de prostíbulos de la ciudad) y que acechaban a los clientes de los mismos para advertirles del riesgo que corrían si no se efectuaban un lavaje tras haber mantenido relaciones sexuales con una prostituta.

De las gomas y lavajes a los sexshops

Las tiendas de gomas y lavajes de Barcelona tuvieron otro renacer durante la Guerra Civil y la posguerra. La miseria, consecuencia de la guerra, hizo proliferar la prostitución y, con ella, las ETS. Las tiendas de gomas y lavajes usaban en este tiempo el acetato de fenilmercurio como espermicida, los lavajes con permanganato de sosa, las inyecciones mensuales para evitar embarazos y las inyecciones de “apiolina chapoteaut” para provocar la menstruación.

Las tiendas de gomas y lavajes sobrevivieron al Decreto-Ley del 3 de marzo de 1956 por el que se ordenaba la clausura de los prostíbulos de la ciudad. La norma dictada por el gobierno franquista no sirvió para acabar con la prostitución. Las prostitutas, que antes trabajaban en los burdeles, salieron a trabajar a la calle, y las tiendas de gomas y lavajes siguieron cumpliendo con su función.

En las tiendas de gomas y lavajes podían encontrarse ya preservativos con lubricante y espermicida y condones llegados de Japón de colores variados y texturas diferentes.

Junto a esta amplia variedad de condones, las tiendas de gomas y lavajes podían seguir atendiendo a las prostitutas y clientes infectados gracias a la proliferación de los antibióticos. En las tiendas de gomas y lavajes podían encontrarse también, en esos años que rondaban la década de los sesenta, las primeras pastillas anticonceptivas.

Con la llegada de la década de los setenta los locales de gomas y lavajes empezaron poco a poco a cerrar sus puertas. La mejora de la sanidad pública, el desplazamiento y modernización de los meublés (más amplios y limpios) a otras zonas de la ciudad, la llegada del bidet y su instalación en todos los prostíbulos, el uso generalizado del preservativo… todos estos factores influyeron en la disminución de los casos de enfermedades venéreas y, poco a poco, las tiendas de gomas y lavajes comenzaron a perder su razón de ser. Los que sobrevivieron fue porque se transformaron en condonerías y en sexshops.

En la actualidad, toda persona que desea tratarse de una enfermedad venérea acude a un centro hospitalario (público o privado), donde las terapias se realizan siguiendo las pautas más actuales de la medicina. Y los preservativos, ya lo hemos dicho, pueden comprarse en muchos lugares. Uno de ellos es Sexshopdreams, tu sexshop on line de confianza. En Sexshopdreams encontrarás una amplia gama de preservativos que te servirán para disfrutar de tus relaciones sexuales de una manera segura.