Quien más quien menos ya sabe que la estimulación del clítoris desempeña una función fundamental en la excitación femenina. De hecho, hasta sabemos que son mayoría las mujeres que necesitan de la estimulación del clítoris para poder alcanzar el orgasmo. Pero… ¿sabemos exactamente lo que es el clítoris? ¿Sabemos cuáles son sus medidas? ¿Sabemos desde cuándo se conoce este apéndice tan importante en la sexualidad femenina?

El clítoris es, ante todo, un órgano del aparato genital femenino que no posee otra función que la de proporcionar placer. El clítoris no tiene función reproductiva alguna ni interviene en ella. Asociar el clítoris única y exclusivamente a ese apéndice más o menos visible que, cubierto o no por el capuchón que se forma en el punto justo de unión de los labios menores, se puede localizar en la parte superior de la vulva y un poco por encima del orificio uretral, es un error.

El clítoris es mucho más que lo que vulgarmente se ha dado en llamar “pepitilla”, “campanita”, “botón”, “lentejita”, “chimuerdo”, “llavecita”… El clítoris se extiende por el interior de los labios mayores, por el perineo y alcanza a rodear el tercio inferior de la vagina. Es decir: que el glande del clítoris es la única parte visible de éste.

Anatómicamente podemos distinguir cinco partes en él. De estas cinco, cuatro son bilaterales y simétricas. Los bulbos vestibulares y los cuerpos pareados serían algunos de esas partes.
Según apuntan algunos estudios, el tamaño del clítoris (o, mejor dicho, de la parte visible del clítoris; es decir, del glande) puede oscilar entre los 0,5 y los 3,5 cm de longitud. Al hablar de él y de su tamaño hay que tener en cuenta que el clítoris no deja de crecer a lo largo de la vida y que su tamaño tiene que ver, entre otros factores, con la presencia de la hormona de la testosterona. A mayor presencia de ésta, mayor tamaño puede alcanzar el clítoris.

La conexión directa entre el clítoris y el proceso de excitación femenina se fundamenta en la existencia de las casi 8.000 terminaciones nerviosas que, se estima, confluyen en él. Teniendo en cuenta que en el pene sólo confluyen 4.000 terminaciones nerviosas, hay que considerar y tener siempre presente la alta sensibilidad del clítoris y, por tanto, asumir que es muy importante saber tratar este especialísimo punto de la anatomía femenina para, así, conducir a la mujer al siempre anhelado orgasmo. Un exceso de presión o un ritmo inadecuado a la hora de estimular el clítoris puede causar más dolor que placer.

En la sensibilidad del clítoris influye no tanto su tamaño como la distancia que existe entre el mismo y la vagina. Esto, que ya fue apuntado en el siglo XIX por Marie Bonaparte, princesa de Grecia y Dinamarca, escritora y psicoanalista, bisnieta de un hermano de Napoleón y que llegó a hacerse operar sus genitales para acercar su clítoris a su uretra, ha sido corroborado posteriormente por las investigadoras Kim Wallen y Elizabeth Lloyd y por un estudio editado por el Journal of Sexual Medicine.

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Historia del clítoris

Estos estudios devuelven al clítoris la atención que durante muchos siglos le fue negada por una sociedad marcadamente patriarcal y machista y que negaba a la mujer la posibilidad de entender la relación sexual con algo que no tuviera directamente que ver con la procreación. Placer sexual y mujer eran conceptos que durante muchos siglos no podían ir de la mano. Que Mateo Colón, un médico italiano del siglo XVI lo diseccionara y declarara “fuente del placer femenino por excelencia” no impidió que décadas después cayera sobre él un velo oscurantista de siglos.

Únicamente en momentos puntuales volvió el clítoris a convertirse en tema de atención preferencial de ginecólogos y sexólogos. Uno de esos momentos sería cuando, durante el último tercio del siglo XIX, Joseph Mortimer Granville ideó el primer vibrador que debía servir para, mediante la masturbación, luchar contra lo que se conocía como “histeria femenina”. Sobre esa base se crearon otros que llegaron a comercializarse y a publicitarse en los medios de comunicación escritos de la época. De todo esto ya hemos hablado en nuestro blog en un post dedicado a la historia del dildo y el vibrador.

¿Significó la creación del vibrador la rehabilitación definitiva del clítoris? No. Ni mucho menos. Teorías como las de Sigmund Freud (que preconizaba el orgasmo vaginal como signo de madurez y tildaba de regresión la estimulación del clítoris como camino para llegar al orgasmo) jugaron en contra de que el clítoris y su estimulación pasaran a integrarse en el listado de prioridades dentro de la vida sexual de la pareja.

Durante décadas, el clítoris siguió en segundo plano. Tuvieron que llegar Shere Hite y su famoso informe y la uróloga australiana Helen O’Conell para devolver al clítoris al lugar merecido. Hoy, todos sabemos que la estimulación del clítoris es fundamental para que la mujer pueda alcanzar el orgasmo.

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Estimulación del clítoris

Ahora bien, ¿cómo debemos estimular el clítoris? Ante todo, con sumo cuidado. La sensibilidad extrema de este órgano (que varía según la mujer y según el momento) nos obliga a andar con pies de plomo a la hora de estimularlo, tocarlo, besarlo, lamerlo o succionarlo. Morderlo, ciertamente, y por suave que sea el mordisco, puede resultar algo dolorosa para la mujer.

Para estimular correctamente el clítoris es fundamental no centrarse única y exclusivamente en él ni empezar por él toda la tarea estimulatoria. Hay más partes en la anatomía de la mujer y atender a esas partes sirve para lo que debe servir toda estimulación y todo preliminar sexual: para ir creando un in crescendo de excitación y para preparar el terreno para caricias más directas.

Las caricias directas sobre el clítoris, sean con el dedo, la lengua o, en su defecto, con algún juguete erótico para estimular el clítoris, deberán ser delicadas. ¿El ritmo de las mismas? Lento al principio y más rápido después. Eso sí: cuando se consiga una especie de velocidad de crucero (ésa que vemos que causa efecto positivo en la mujer) hay que permanecer en ella. Llegados a ese punto, cualquier cambio de ritmo puede provocar un bajón de excitación en la mujer que, lejos de acercar el momento del orgasmo, lo aleje en el tiempo o, directamente, lo imposibilite.

Para estimular el clítoris oralmente se pueden realizar diferentes movimientos: el barrido, la realización de círculos alrededor de él o la succión. También puede resultar efectivo para estimular el clítoris el realizar movimientos horizontales o circulares con el pene sobre o alrededor de él.

El hecho de que el clítoris sea muy sensible a las vibraciones hace que los vibradores sean juguetes eróticos muy indicados para estimular el clítoris. El mercado de los juguetes eróticos ofrece un sinfín de productos eróticos para estimular el clítoris. Los vibradores de lengua o el vibrador rampante serían algunos de esos juguetes eróticos para estimular el clítoris que las mejores marcas han lanzado al mercado.

Junto a los vibradores o los succionadores de clítoris podemos encontrar también los geles y cremas estimulantes del clítoris. Estos geles y cremas sirven para proporcionar al clítoris sensaciones de frío o de calor que incrementan su sensibilidad y aumentan la intensidad del orgasmo.