Hace diez años que se estableció el 8 de agosto como Día Internacional del Orgasmo Femenino. Fantástica decisión la que tuvo el concejal brasileño Arimateio Dantas para, de ese modo, intentar compensar las “deudas sexuales” de su mujer. Sin duda hubiera estado mucho mejor que este concejal brasileño hubiera devuelto a su mujer todos los orgasmos que ella le había regalado sin contraprestación similar a lo largo de toda su vida de pareja, pero, después de todo, no estaba del todo mal que Dantas tuviera la idea de dedicar un día al año a reivindicar el derecho femenino al orgasmo y a la completa estimulación erótica de la mujer. No en vano, durante demasiados siglos el orgasmo femenino, y debido sin duda a una visión patriarcal y machista de las relaciones sexuales, había sido el gran maltratado de las mismas.
No debería hacer falta a estas alturas destacar los múltiples beneficios del orgasmo, pero vamos a citar tan sólo unos cuantos de ellos. El orgasmo ayuda a controlar el estrés, por ejemplo. Y también hace subir la autoestima, mejora la salud emocional, previene problemas cardiovasculares y favorece el sueño. Puesto a aportar beneficios, el orgasmo hasta ayuda a perder peso. Vamos, que aquello de “la dieta de serrucho” no va, después de todo, tan desencaminado. Comer poco y follar mucho sirve, pues, para adelgazar, sobre todo si el acto sexual es completamente satisfactorio (algo que no siempre sucede) y culmina con ese momento mágico en el que el placer alcanza su cima y en el que, como dijo el filósofo Cioran, cualquiera tiene derecho a compararse a Dios.
Que sea beneficioso no quiere decir, sin embargo, que esté al alcance de todas las mujeres. Diversos estudios han demostrado cómo la anorgasmia está más extendida de lo que podemos imaginar. En un estudio editado por el Journal of Sexual Medicine, por ejemplo, se especifica cómo las mujeres sólo alcanzan el orgasmo en un 63% de los encuentros sexuales que mantienen con parejas de confianza.
Para luchar contra la anorgasmia y favorecer la consecución del orgasmo femenino, los sexólogos y sexólogas proponen diversas prácticas. Una de ellas, fundamental, es la de la realización de los famosos ejercicios Kegel. Gracias a estos ejercicios la mujer fortalecerá su suelo pélvico. Muy indicados en especial para aquellas mujeres que, debido a un parto o a la edad, han perdido la flexibilidad y la dureza de sus músculos vaginales, los ejercicios Kegel reforzarán esos músculos y permitirán que las sensaciones experimentadas por la mujer durante el mantenimiento de las relaciones sexuales se vuelvan más intensas. Para mejorar los efectos de los ejercicios Kegel nada mejor que contar con la ayuda de las famosas bolas chinas. A ellas ya dedicamos un post en este blog. Nos limitaremos ahora a destacar cómo las bolas chinas son un juguete erótico ideal para reforzar los músculos vaginales, decisivos a la hora de intensificar el placer de la mujer y posibilitar la consecución del orgasmo femenino.
Otra práctica que, según apuntan los sexólogos, puede servir para facilitar la consecución del orgasmo femenino es la del control de la respiración. La variación de la respiración y el alternar ritmos pausados y profundos con ritmos acelerados y superficiales puede ayudar a incrementar la excitación y, con ello, a aumentar la probabilidad de disfrutar de un orgasmo femenino.
Elegir un preliminar adecuado en el que la estimulación manual u oral de los genitales femeninos adquiera un protagonismo especial, prescindir del alcohol (el etanol, presente en las bebidas alcohólicas, reduce la lubricación, así como la sensibilidad y la excitación) y escoger una postura erótica adecuada a la hora de practicar el coito serían otros de los aspectos que deberían tenerse en cuenta para alcanzar ese orgasmo femenino del que hoy se celebra el Día Internacional.
Hay una práctica que, sin embargo, se impone de manera especial sobre todas las citadas a la hora de favorecer la consecución del orgasmo femenino. Dicha práctica es la simple y llana masturbación. Para conocer el funcionamiento de la propia sexualidad nada mejor que experimentar con ella y la masturbación es, sin duda, la mejor manera de experimentar. Con un espejo en la mano, la mujer podrá reconocer y conocer sus genitales y saber qué teclas debe pulsar para llegar al clímax. Conocidas dichas teclas, la mujer no debe tener miedo alguno de comunicárselas a su pareja. La comunicación es en éste, como en tantos otros aspectos de la vida, fundamental. Sólo transmitiendo ese conocimiento adquirido gracias a la masturbación a la pareja ésta podrá actuar debidamente para que la mujer consiga alcanzar su orgasmo. Callar por vergüenza juega en contra del propio placer y es el camino más rápido para llegar a la frustración y, con ella, a una anorgasmia severa.
A la hora de masturbarse puede resultar de gran utilidad el contar con la ayuda de algún tipo de juguete sexual que sirva a la mujer para aumentar los efectos de la estimulación intrínseca a la masturbación. Dildos, vibradores, penes realísticos, estimuladores del punto G, etc. pueden servir a la mujer para sacar más partido a sus prácticas masturbatorias.
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