Pelársela, apuñalarse la ingle, marcarse un cinco contra uno, machacársela, meneársela, zumbarse el salami, hacerse una alemanita, una gayola, una paja… ¿de cuántas maneras no puede nombrarse, de manera popular, esa práctica tan natural y tradicionalmente asociada al hombre como es la masturbación? Que durante siglos y siglos la masturbación haya sido condenada por quienes, enarbolando principios morales y religiosos, han intentado erradicarla de entre las prácticas sexuales del ser humano no ha impedido que haya sido seguramente la más habitual de entre todas ellas. Después de todo, la masturbación no exige que se cumpla esa circunstancia que, siendo en apariencia tan sencilla, puede ser tan complicada: la de que dos personas decidan disfrutar conjuntamente de todo el placer que pueden extraer del gozo sexual compartido.
La masturbación sólo pide que una persona quiera disfrutar de su propio cuerpo. Que quiera honrarlo regalándole ese momento de placer único que es el del orgasmo. En el hombre, esta práctica ha sido sustancial a su propia naturaleza. Las estadísticas hablan de un elevadísimo porcentaje de hombres que se masturban. Cómo lo hace cada uno es cuestión de gustos y, por supuesto, de imaginación. De hecho, la imaginación es fundamental en la práctica masturbatoria. La persona que se masturba deja volar su imaginación. Por ella pasan imágenes especialmente excitantes que pueden provenir de los vivido (hay recuerdos que adquieren consistencia de fetiche y que vienen a la memoria de quien se masturba llevando la erección a sus límites máximos) o de lo soñado. Hacérselo imaginariamente con la actriz de moda, la vecina del quinto, la compañera de trabajo o la mujer de nuestro amigo puede ser un gran estimulante para conducir la masturbación a buen término.
Sobre la técnica utilizada para masturbarse poco puede decirse. Cada quien es cada cual y cada cual elige el modo que le resulta más efectivo y estimulante. Hay hombres a los que les gusta masturbarse estimulando especialmente el glande, con o sin lubricante. Los hay que prefieren estimular la zona del frenillo. Hay quien gusta de frotarse contra las sábanas y quien, habiéndose aventurado por los caminos de la estimulación prostática, requiere de la participación de un plug anal para aumentar el placer sentido.
La mayor parte de los hombres, sin embargo, emplean la misma técnica a la hora de masturbarse: la de sujetar el pene con la mano entera, envolviéndolo con todos los dedos y realizando, una vez cogido así, movimientos continuos hacia arriba y hacia abajo. Seguramente, si piensas en un hombre masturbándose estarás pensando, sin duda, en este tipo de técnica.
Pensando en este tipo de masturbación masculina fue cómo la industria del juguete para adultos creó sus primeros masturbadores masculinos. Éstos, sin duda, han experimentado una gran evolución. Marcas como la japonesa Tenga han llegado a una sofisticación tal que han elaborado un amplio y elegante catálogo de masturbadores masculinos que proporcionan diferentes sensaciones y estimulaciones al pene convirtiendo a esta marca en una de las marcas punteras del mercado.
Hay un masturbador masculino, sin embargo, que se niega a desaparecer y que es, sin duda, muy valorado por muchos hombres a los que les gusta servirse de algún tipo de juguete erótico para masturbarse. Ese juguete del que hablamos es la boca masturbadora, es decir, aquel masturbador que, de silicona o de otro material semejante, tiene forma de boca e invita al hombre a soñar con los labios de una mujer y con la práctica maravillosamente excitante de una felación.
Las marcas más acreditadas del mercado del juguete para adultos han lanzado al mercado sus propias bocas masturbadoras. Algunas de estas bocas masturbadoras pueden calentarse utilizando el microondas. Otras son, en sentido estricto, una cabeza de mujer con los labios entreabiertos. Los que, dejándose llevar por los vaivenes de su imaginación, echan mano (y nunca mejor dicho) a estas bocas masturbadoras soñando felaciones sublimes, suelen utilizar un argumento aplastante para defender su uso: las bocas masturbadoras no tienen náuseas cuando se eyacula completamente en lo más profundo de su garganta.
Si quieres dar un toque diferente a tus masturbaciones y quieres dejar volar tu imaginación soñando que quien está haciendo vibrar de placer a tu pene es la boca de tu actriz favorita, tu compañera de oficina o, ¿por qué no?, tu cuñada, busca tu propia boca masturbadora entre las que te ofrece Sexshop Dreams.