Enriquecer la sexualidad y la manera de disfrutar del sexo es, en cierta medida, ir venciendo tabúes. Los prejuicios, sean del tipo que sean, acostumbran a levantar barreras que pueden separarnos de experiencias que podrían resultar muy placenteras. El beso negro, anilingus, beso polaco o beso de colibrí figura en un lugar de honor en ese listado de experiencias sexuales a las que muchas personas le ponen muchos reparos.

La estimulación anal ha estado siempre rodeada de prejuicios, máxime si esa estimulación, tal y como sucede cuando se practica el beso negro, debe realizarse con la boca. Y, sin embargo, la estimulación anal (y, entre ellas, el beso negro) puede ser fuente de intensos placeres tanto para la mujer como para el hombre.

Por intoxicación cultural debida al imperio de una cultura primordialmente patriarcal, al hombre le ha estado vedado durante siglos el placer anal, sea del tipo que sea. Para muchos hombres, el gozo sexual anal sólo es concebible e imaginable dentro de las relaciones homosexuales. Para estos hombres, un hombre heterosexual no puede, nunca, gozar del sexo anal. Ni de manera activa ni muchísimo menos de una forma pasiva. Dicho de un modo quizás grosero pero muy expresivo: “un hombre de verdad no puede gozar por el culo”. Sin duda, la expresión que hemos entrecomillado es de un primitivismo sonrojante, pero son muchos los hombres que todavía hoy piensan así. Los que no, los que han roto la barrera de ese tabú y han dado un salto cualitativo a la hora de disfrutar como elemento pasivo de placeres anales derivados de prácticas tales como la estimulación prostática, la estimulación anal con plugs y vibradores o el beso negro o anilingus, han abierto ante sí un amplio abanico de posibilidades de gozar de una parte de su cuerpo que, por ser zona en la que confluyen un gran número de terminaciones nerviosas y, por tanto, por ser extremadamente sensible, puede ser fuente de intensos placeres. Para ello, sin embargo, hay que saber tratarla. A ello queremos dedicar este artículo: a dar una serie de consejos básicos para practicar esa maravilla de la estimulación y la excitación anal que es el beso negro.

Higiene y depilación

El beso negro es una práctica sexual apta tanto para los hombres como para las mujeres. Tanto ellos como ellas sienten placer (mucho placer, incluso) al sentir cómo la lengua y los labios de su pareja estimulan su ano. Por razones obvias, el primer paso a dar es limpiar bien la zona. Salvo en los casos de coprofagia, a nadie le gusta encontrar en la zona a lamer algún resto de residuo fecal. Además, nunca hay que olvidar que el ano es portador de virus, bacterias y parásitos. Agua y jabón antibacterial deben bastar para limpiar el ano antes de practicar el beso negro. Gracias al uso del agua y jabón eliminaremos también cualquier olor desagradable que pudiera haber en la zona.

Para muchas personas puede resultar incómodo encontrar vello a la hora de lamer el ano de su pareja durante la práctica del anilingus. Si eso es así, hay que procurar depilar la zona, pero nunca antes de que se vaya a practicar el beso negro. La depilación siempre puede ocasionar micro cortes y estos microcortes pueden bastar para que se incremente el riesgo de padecer una infección. La fricción al realizar la depilación del ano puede irritarlo y eso, además de aumentar el riesgo de infección, disminuiría las posibilidades de gozo del elemento pasivo del beso negro. Después de todo, ¿a quién le gusta que le toquen allí donde siente molestias?

Del mismo modo que el sujeto pasivo del beso negro no debe depilarse antes de la práctica sexual, el sujeto activo no debe lavarse los dientes ni pasarse hilo dental antes de realizar esta práctica erótica. La higiene dental, aunque positiva, también puede provocar la aparición de algún tipo de herida. Y la existencia de una herida, por pequeña que sea, siempre implica un riesgo de infección. Dicho esto se puede deducir que, en caso de constatar que existe una llaga, un corte o algún tipo de herida tanto en el ano del sujeto pasivo como en la boca del activo, hay que echar el freno y renunciar a la práctica del beso negro. Al menos hasta otra ocasión. Cuando esa situación se dé, cuando no existan llagas ni heridas ni en el ano del sujeto pasivo ni en la boca del activo y la zona se encuentre convenientemente limpia, se podrá proceder a practicar el beso negro.

Algo que suele resaltarse cuando se va a practicar el anilingus es que resulta más apropiado estimular primero los genitales y después el ano que al revés. ¿Por qué? Porque hacerlo en el orden inverso puede propiciar infecciones y desórdenes en el Ph genital (sobre todo cuando el sujeto pasivo del beso negro es una mujer).

Posturas y barreras

Asumido esto, ¿qué postura debe asumir el sujeto pasivo durante la práctica del beso negro? Dos, fundamentalmente, son las posturas eróticas más adecuadas para practicar el anilingus: o tumbado boca arriba y con las piernas levantadas o, directamente, a cuatro patas. La primera de éstas dos posturas facilita la estimulación genital; la segunda, por su parte, posibilita el jugar con las nalgas y el poder acceder de una manera más sencilla al ano del sujeto pasivo.

Tras haber realizado la estimulación de los genitales, el sujeto activo podrá iniciar lo que es el anilingus propiamente dicho. ¿Cómo? Chupando, lamiendo y besando el ano del sujeto pasivo. Para ello se podrán dar lengüetazos, se podrá penetrar el ano ligeramente con la lengua o se podrán dibujar circulitos con ella alrededor del esfínter. También se podrá, si la parte pasiva lo acepta, el estimular la parte interna del ano introduciendo un dedo que, mientras se lame a aquél, puede entrar y salir de él.

Una buena medida que pueden poner en práctica quienes deseen practicar el beso negro para extremar las medidas de seguridad y alejar la posibilidad que se produzca algún tipo de contagio de alguna infección o de alguna enfermedad de transmisión sexual es utilizar una barrera bucal, esto es, un cuadrado de fino látex que actúa como una especie de preservativo. No en vano, se podría cortar un condón y colocar en el ano el cuadrado resultante de cortar el condón para, así, protegerse de algún tipo de infección mientras se practica el beso negro. La mejor solución, sin embargo, es utilizar las ya citadas barreras bucales o preservativos orales.

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