En nuestro blog, en el que intentamos prestar atención a todos los juguetes eróticos y complementos que pueden servir para enriquecer nuestra vida sexual pero también a temas y aspectos que tienen que ver de manera más o menos directa con la vida sexual, hemos dedicado en más de una ocasión un espacio a las enfermedades de transmisión sexual (ETS). En este blog hemos hablado de cómo identificar las enfermedades de transmisión sexual más comunes y también a prototipos de preservativos detectores de ETS. Creemos que incidir sobre el tema de las ETS y conocer los modos de evitar su contagio y facilitar su cura es una obligación moral para todos los que, como nosotros, tenemos la vocación divulgativa de dotar a quienes nos leen de las herramientas de conocimiento básicas para, a partir de ellas, enriquecer y mejorar su vida sexual.
Como hemos dicho en más de una ocasión, el sexo debe ser una fiesta. Más allá de la de la procreación (que es una posibilidad que está siempre presente en la práctica sexual y a la que debemos optar siempre de manera consciente), el sexo sólo debe tener una finalidad: gozar. Sexo y placer deben ir siempre de la mano y conseguir que lo vayan es uno de nuestros objetivos. Para que sea así hay que despojarse de inseguridades y volverse comunicativo para, así, hacer saber a nuestra pareja qué es lo que nos gusta en la cama y qué es lo que no. Para que sexo y placer vayan siempre de la mano y la segunda parte de ese binomio (el placer) gane intensidad hay que hacer el primero (el sexo) más variado y sabio enriqueciéndolo con el aprendizaje de nuevas técnicas y el empleo de juguetes eróticos o de complementos que sirvan para ello. Para que sexo y placer formen siempre un binomio inquebrantable hay que erradicar, finalmente, la posibilidad de que cualquier tipo de ETS convierta la práctica sexual en un terreno minado.
Por eso (porque queremos ser fieles a nuestro espíritu de cruzados a favor del placer) queremos aprovechar este post para prestar una atención especial a la que es la enfermedad de transmisión sexual más común: el virus del papiloma humano o VPH, ese virus al que se hace responsable de un alto número de casos de cáncer de útero. El virus del papiloma humano es de hecho tan común que, según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las personas se infectarán de él en algún momento de su vida y muchas de ellas lo harán (como de hecho lo hacen ahora) poco después de iniciarse en el sexo.
Que un porcentaje tan alto de personas puedan infectarse del VPH no quiere decir que todas ellas sean conscientes de ello ni que lleguen a saber nunca que se han infectado. Y es que, afirman los expertos en enfermedades de transmisión sexual, una persona puede estar infectada por el VPH durante toda su vida y no llegar nunca a experimentar síntomas que puedan indicarle el padecimiento de dicha infección. Este dato no debe asustar más allá de lo estrictamente necesario a nadie que lo lea. Padecer el virus del papiloma humano no tiene porqué traducirse obligatoriamente en padecer tarde o temprano cáncer de útero.
El virus del papiloma humano no es en sentido estricto un virus, sino un grupo de ellos. Esos virus que se conocen en conjunto como VPH están compuestos por un material genético del que se conocen más de un centenar de tipos o cepas. De entre todos estos tipos de virus, sólo 16 son virus de alto riesgo y causantes potenciales de cáncer de útero. Por tanto, que no cunda el pánico si creemos que padecemos VPH. Eso sí: vamos a ver cómo podemos evitar su contagio y cómo podemos ponerle freno.
Preservativos, citologías y vacunas
El mejor método para evitar el contagio del virus del papiloma humano es el preservativo. El condón, el humilde condón, es la mejor barrera contra la transmisión del VPH. Eso sí: para ser efectivo en tu tarea de evitar el contagio del virus del papiloma humano, el condón debe estar presente durante toda la relación sexual. Poner el preservativo únicamente en los instantes previos a la eyaculación no sirve para impedir el contagio del VPH ya que el VPH no se contagia mediante fluidos corporales, sino con el contacto piel a piel. ¿Esto qué quiere decir? Que cualquier juego sexual en el que intervengan los genitales puede ser responsable de la transmisión del virus del papiloma humano.
En este sentido, la práctica del sexo oral debe ser entendida como una práctica de riesgo. Un cunnilingus o una felación pueden ser responsables de un contagio del VPH. Eso sí: según apuntan expertos en este virus, el VPH contagiado por práctica sexual oral acaba desapareciendo solo. ¿Por qué? Porque la boca es una parte de nuestro cuerpo acostumbrada a bregar y convivir con miles de agresiones infecciosas y, por tanto, una parte especialmente resistente a determinados ataques víricos, algo que, por el contrario, no sucede con la piel del útero. Esta piel, mucho más débil y sensible que la de la boca, sí puede verse afectada por el VPH hasta el punto de llegar a sufrir una infección que, a la larga, pueda derivar en un cáncer.
Puesto que el VPH no tiene síntomas, ¿cómo prevenir la posibilidad de que, padeciéndolo sin saberlo, podamos saber de su existencia? Mediante la prevención médica. El virus del papiloma humano no degenera en cáncer en dos días. Las células afectadas por un VPH agresivo tardan unos cinco años en volverse cancerosas. Una citología cada dos años (que es lo que recomiendan todos los ginecólogos) debe servir para conjurar el peligro del cáncer de útero.
En el caso del hombre, el padecimiento del VPH no degenera en ningún tipo de cáncer. Por el contrario, el hombre es más propenso que la mujer a padecer el efecto pernicioso de un tipo de cepa del virus que degenera en la formación de lo que se conoce con el nombre de condilomas o, lo que es lo mismo, verrugas genitales de muy lenta curación.
Para evitar que se puedan producir situaciones de contagio del virus del papiloma humano, pues, hay que recurrir a dos caminos. De uno de ellos (del preservativo) ya te hemos hablado. El otro es un método de prevención que puede ser utilizado en cualquier momento y que puede ser usado tanto por hombres como por mujeres. Ese método del que te hablamos es la vacuna. Al igual que actúan todas las vacunas, y gracias a inocular el virus en la sangre, la vacuna del virus del papiloma humano obliga al cuerpo a generar los anticuerpos necesarios para luchar contra el virus.
Si deseas alzar las murallas que impidan que el VPH acabe haciendo presa de ti, acude a un centro médico e infórmate sobre la posibilidad de vacunarte con la vacuna del VPH. Nosotros, por nuestra parte, ponemos a tu disposición un amplio catálogo de preservativos de todo tipo (aromáticos, naturales, retardantes, sin látex, con sabores, texturizados…).