Se suele decir que el enriquecimiento sexual está íntimamente relacionado con la progresiva demolición de tabúes. Mujeres que contemplaban con prevención la práctica de la felación al inicio de su vida sexual han acabado convirtiéndose en apasionadas practicantes del sexo oral hasta el final, es decir, hasta el preciso instante en el que el hombre, llevado a la cumbre de su placer, eyacula dentro de su boca. Del mismo modo, hombres que siempre rechazaron cualquier tipo de estimulación de su ano durante las relaciones sexuales acabaron, finalmente, rindiéndose al placer de la estimulación anal. Entre estos hombres, a algunos les ha bastado con aventurarse por la práctica de la estimulación anal con el dedo. Otros, convencidos finalmente por la intensidad que puede alcanzar un orgasmo cuando se produce una estimulación prostática, han decidido ir un poco más allá y han decidido introducir en sus prácticas sexuales en pareja o en su masturbación la participación de algún juguete erótico destinado a ese fin. Los que van más allá y han derribado completamente el tabú que relaciona de manera directa la práctica de la estimulación anal en el hombre con la homosexualidad han de dar un paso más allá en su experimentación sexual y han decidido convertir el pegging en una de sus prácticas sexuales preferidas.

El pegging o Bend Over Boyfriend es una práctica sexual que está íntimamente ligada con los juegos de rol. En este caso podríamos hablar de un intercambio de los roles que tradicionalmente interpretan el hombre y la mujer en las relaciones eróticas. En el pegging no es el hombre quien penetra y la mujer quien es penetrada, sino al revés. La mujer, así, adopta el papel reservado tradicionalmente al macho. Es ella quien, dotada de un pene artificial, penetra el ano de su pareja.

Se suele decir que una de las primeras referencias culturales a esta práctica sexual se encuentra en la novela del escritor estadounidense William S. Burroughs El almuerzo desnudo, editada en 1956. Que fuera en 2001 cuando se le diera el nombre de pegging (en el blog del periodista Dan Savage) no significa que anteriormente a esa fecha no se realizara esta excitante práctica erótica. Como sabemos por experiencia, pocas cosas nuevas se inventan en el sexo. Como mucho, adquieren un nombre nuevo que, por unas causas o por otras, se pone repentinamente de moda.

LELO, la famosa marca de productos destinados al placer de la pareja, nos ilustra sobre el pegging en su blog y nos habla de cómo la práctica del pegging aparece reflejada en una película de los años setenta, Myra Breckinridge, interpretada por Raquel Welch, y también en algún capítulo de Los Soprano o de Shameless.

Arnés, dildo y lubricante

Para practicar el pegging hay que contar siempre con la ayuda de un juguete erótico que, cada vez más, se está convirtiendo en el dorado objeto del deseo de muchas parejas: el arnés. Dotado de un dildo o de un vibrador, el arnés es el complemento imprescindible que va a permitir a la mujer actuar como si tuviera pene. A la suma del arnés con el dildo o el vibrador se le acostumbra a llamar strap-on, strapon o estrapon.

El uso que la mujer haga del arnés con dildo o vibrador puede ser entendido en algunos casos como una voluntad de ejercer, por parte de la mujer, un rol autoritario y dominador. Es decir: el rol que tradicionalmente se ha reservado al hombre. En cierto modo, puede entenderse que la mujer que practica el pegging con su pareja puede servirse de esta práctica para imponer un castigo al hombre. Pero esto no tienen por qué ser así. De hecho, esta concepción del significado y la simbología del pegging puede resultar un tanto “machista” y puede considerarse muy basada en la idea de que el sexo anal es sinónimo de dolor.

Las personas que han aprendido a disfrutar del sexo anal y que encuentran en él una gran fuente de placer saben que sexo anal y dolor no tienen que ir de la mano. El sexo anal puede resultar muy placentero. Para ello sólo es necesario practicarlo como es debido. Es decir: al practicar cualquier tipo de penetración anal hay que asegurarse de que el ano está suficientemente relajado y lubricado. Si es así, el sexo anal será sinónimo no de dolor, sino de placer. Y así, entendiéndolo a partir de esta idea, la mujer heterosexual que haya experimentado el placer del sexo anal y esté decidida a practicar pegging con su pareja heterosexual lo hará no para imponer un dominio, no para ejecutar un castigo, sino para regalar a su pareja un momento de intensísimo placer.

lubricante erotico

Por el mismo motivo, el hombre que desee practicar el pegging no siempre lo hará por motivaciones de sumisión. El hombre que practique el pegging no tiene por qué ser un sumiso. Puede ser, simplemente, un hombre que ya ha experimentado el placer de la estimulación prostática y que desea experimentar el placer anal con el plus de morbo que puede producir ese cambio de roles con su pareja.

Como siempre que hablamos de la práctica de sexo anal debemos recalcar la importancia que en dicha práctica adquiere el uso de lubricantes. El lubricante debe garantizar la lubricación que el ano por sí mismo no produce y debe ser el garante de una relación sexual en la que el dolor no tenga cabida y que garantice ese placer intenso que se persigue al practicar el pegging.

A la hora de garantizar ese placer es necesario buscar el dildo, plug o vibrador adecuado a cada persona. Lógicamente, no recomendaremos a un recién iniciado en los placeres del pegging escoger para su práctica erótica un dildo de tamaño XXL. El esfínter es un músculo y, como tal, debe ir acostumbrándose a un trabajo determinado. La estimulación progresiva del mismo y, sobre todo, la práctica, acabarán permitiendo el uso de dildos, plugs o vibradores de mayor tamaño.

En cuanto al arnés a escoger para practicar el pegging, hay que elegir los que combinen mejor comodidad y sensualidad. Se pueden encontrar de muchos tipos, de tres tirantes, dobles, dotados de corsé, arneses dobles sin correas… Estos últimos están especialmente diseñados para garantizar la doble estimulación del hombre y la mujer.

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