Hace ya tiempo que descubrimos que practicar sexo puede ser algo más que limitarse a la por otro lado maravillosa práctica del misionero. Manuales de sexualidad y erotismo como el Kama Sutra, el Ananga Ranga, o El jardín perfumado nos han propuesto, entre otras enseñanzas eróticas, un muy excitante ramillete de posturas eróticas que nos permiten añadir a nuestras prácticas sexuales un toque de imaginación, sensualidad y erotismo. Así, y dejándonos llevar por la senda marcada por estas lecturas, nos arriesgamos o, cuanto menos, nos gustaría arriesgarnos a ejecutar posturas eróticas que, de una manera u otra, nos exigen un plus de fuerza, resistencia y flexibilidad.
Hacer el amor de pie, por ejemplo, figura en el imaginario erótico de muchas personas, pero para poder convertir ese sueño en realidad se necesita una fuerza y una preparación física que no todas las personas poseemos. Para paliar esa carencia contamos con la ayuda que nos presta un magnífico juguete erótico: el columpio erótico o columpio del amor. El columpio sexual nos permitirá realizar una placentera penetración mientras nuestra acompañante permanece suspendida.
En el mercado pueden encontrarse dos tipos de columpios sexuales. Uno de ellos está destinado a la provisionalidad. El otro, por su parte, parece nacido para satisfacer las necesidades de aquéllos que hayan decidido convertirlo en parte imprescindible y casi central de sus prácticas amatorias. El primero sirve para ser colocado de manera temporal en, por ejemplo, una puerta. El segundo, mucho más estable, está diseñado para ser fijado e instalado en el techo de una habitación que, en gran medida, estará destinada al disfrute del gozo sexual.
Los columpios eróticos o columpios del amor suelen estar conformados por tres correas. Una de ellas sujeta la columna vertebral; otra, la zona lumbar, y la tercera sujeta las piernas. Algunos modelos incorporan, a su vez, correas para los tobillos o las muñecas. Estos columpios eróticos se convierten en un magnífico complemento a la hora de ambientar y desarrollar todo tipo de prácticas eróticas, desde las que son, fundamentalmente, un juego de rol, hasta las que se aventuran por los territorios mucho más intensos del BDSM.
Los columpios sexuales acostumbran a estar realizados con nylon acolchado, piel o con algún material que imite a la piel o al cuero. Ciertamente, el material no influye en modo alguno en las posibilidades que ofrecen los columpios del amor a quienes los elige como instrumento de disfrute amoroso. Lo que sí es necesario, en todo caso, es que el material del columpio garantice el hecho de que las correas sean suaves y cómodas. Que la persona suspendida no sufra daño alguno en su piel es un requisito imprescindible para convertir la práctica sexual en algo placentero. ¿Quién que no poseyera un alto grado de masoquismo podría gozar sexualmente mientras siente cómo sus muñecas, sus nalgas o su espalda sufren las rozaduras causadas por unas correas inadecuadas?
Una vez ubicado, el uso del columpio sexual es muy simple. Lo importante, en todo caso, y sea cual sea la postura adecuada, es que los genitales de la persona suspendida queden convenientemente expuestos para que su acompañante pueda estimularlos o, en su caso, pueda introducirse en ellos. Una vagina expuesta permitirá tanto un cunnilingus aderezado con el toque especial de la suspensión o una penetración en la que el vaivén de la misma vendrá determinado, en parte, por la oscilación que la mujer experimente colgada del columpio sexual.
El columpio del amor instalado en el techo ofrece muchas más posibilidades a la hora de escoger una postura que el columpio erótico colgado de la puerta. De hecho, éste último queda muy limitado y sólo parece ofrecer la postura de la mujer que, con la espalda recostada en las cuerdas superiores y con las piernas en las inferiores, permanece suspendida y con las piernas abiertas, expuesta y lista para ser penetrada por su acompañante.
El columpio sexual colgado del techo, por ejemplo, permite practicar la postura del perrito mientras se está colgado del aire e, incluso, ofrece un divertido abanico de posibilidades para disfrutar del sexo anal.
El uso del columpio del amor exige la adopción de una serie de medidas de precaución que son imprescindibles para evitar accidentes o lesiones. Para ello no sólo es necesario asegurarse de que el material de las correas es de buena calidad (las que van forradas de neopreno ofrecen muy buenas prestaciones) y de que no va a causar rozaduras en el cuerpo de la persona suspendida. También es necesario saber el peso que puede soportar el columpio sexual (habitualmente ese peso oscila entre los 160 y los 180 kg.) y, lógicamente, asegurarse de que la fijación en el techo (en el caso de tratarse de un columpio del amor fijo) es lo suficientemente segura como para garantizar que éste no se descolgará en pleno juego.
El columpio erótico, como dijimos, no sólo ofrece la maravillosa sensación de experimentar con algunas posturas eróticas especialmente excitantes. También se convierte en un juguete erótico maravilloso para incluir elementos de dominación/sumisión y fetichismo a nuestros juegos eróticos.
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