Quizás una buena definición de “paraíso” sería aquella en la que se hablara de él como de aquel lugar o aquel tiempo en el que todos los sentidos fueran gratificados con una sensación de placer. En ese paraíso que queremos imaginar así, olfato, gusto, tacto, vista y oído serían acariciados con aromas, sabores, texturas, imágenes y sonidos que provocarían en la persona que disfrutara de dicho paraíso un éxtasis incomparable, una explosión de sensaciones que servirían para que esa persona adquiriera un nuevo conocimiento de lo que es y significa la palabra placer.
Una buena manera de acercarse a lo que es ese paraíso que acabamos de describir es la de abandonarse a los placeres de un masaje erótico en el que todos los sentidos vayan sintiendo, uno por uno y en perfecta combinación entre ellos, esa caricia y esa placentera estimulación de la que hemos hablado.
Para que el masaje erótico sea lo más sensual y sensitivo posible hay que procurar que los cinco sentidos sean correctamente estimulados. Una buena iluminación y una decoración adecuada servirán para acariciar el sentido de la vista. Una buena música que estimule y relaje tanto a la persona que realiza el masaje como a la que lo recibe será para el sentido del oído algo así como una caricia llena de sensualidad. El aroma desprendido por algún tipo de vela de olor o por alguna barra de incienso servirán, por su parte, para que el olfato se olvide de todo el catálogo de agresiones sufridas a lo largo del día en una calle cualquiera de nuestras ciudades.
Contenedores de basura, humos de vehículos y motocicletas, alcantarillas… Todo eso agrede a diario y casi sin que nos demos ya cuenta nuestro sentido del olfato. Para él, también, el tiempo del masaje erótico debe convertirse en un tiempo de placer. La aromaterapia quizás no sea una ciencia, pero eso no quiere decir que no debamos atender a sus enseñanzas y no debamos tenerlas en cuenta. Y sus enseñanzas nos dicen que los olores, todos los olores, actúan de manera más o menos directa sobre la psique de las personas y sobre su estado de ánimo. Que el olor a lavanda o a melisa. Que el de la bergamota evita la fatiga. Que el olor a albahaca, romero o tomillo alivia las tensiones y el estrés. Que el aroma de los cítricos como la mandarina o la naranja sirven para equilibrar la mente. ¿Es eso cierto? Quién sabe. Son saberes milenarios que se van heredando de generación en generación y que tú puedes creer o no. En cualquier caso, lo que no podrás negar es que siempre será más placentero ser acariciado por un aroma a lavanda, albahaca o azahar mientras se está recibiendo un masaje erótico que no ser golpeado por el puñetazo olfativo del besugo pasado o de la zapatilla deportiva sudada. Uno no puede concebir que el paraíso huela a comida podrida, ¿no crees?
Conseguida la estimulación de vista, oído y olfato durante la realización del masaje erótico, hay que procurar que dicha estimulación alcance también a los sentidos del tacto y del gusto.
No hace falta decir que el tacto es el sentido estrella del masaje erótico, el protagonista principal de una experiencia básicamente sensitiva. Al fin y al cabo, el masaje erótico puede ser concebido, en esencia, como el arte de tocar y ser tocado. Tocar de una determinada manera y siguiendo un ritmo adecuado: ésas son las claves de un buen masaje erótico. Para ello, ya lo hemos visto en algún que otro post, nada mejor que contar con la ayuda de un buen aceite de masaje.
El aceite de masaje servirá para estimular aún más el sentido del tacto. Gracias a él las manos del masajista o de la masajista se deslizarán con suavidad sobre el cuerpo de la persona masajeada. Gracias al aceite de masaje el cuerpo de la persona masajeada se convertirá en la pista de baile sobre la que las manos de la persona que realiza el masaje podrá ejecutar, sin trabas, su danza particular.
Pero el aceite de masaje puede servir para algo más que para estimular en exclusiva el sentido del tacto. El aceite de masaje puede convertirse, también, en un estímulo de primer orden para el único sentido que nos quedaba por estimular: el del gusto. Basta para ello con realizar el masaje utilizando un aceite de masaje comestible.
El aceite de masaje comestible servirá para cumplir las tareas lubricantes de todo aceite de masaje pero también para acariciar de manera estimulante tanto el sentido del gusto como el del olfato.
La cosmética erótica ha avanzado hasta el punto de realizar maravillosos aceites de masaje comestibles que permiten que el sentido del gusto se convierta, también, en protagonista de cualquier masaje erótico que aspire a conducir a la persona masajeada hasta esa especie de paraíso sensitivo del que hemos hablado al inicio de este artículo.
El aceite de masaje comestible actúa, dentro del masaje erótico, como un muy efectivo afrodisíaco. ¿Cómo resistirse a la tentación de lamer el cuerpo de nuestra pareja, a la que estamos masajeando, si encontramos en él sabores a piña colada, a fresa, a chocolate, a lima, a mango, a manzana, a vainilla, a frambuesa, a baya, a melocotón…? Difícilmente. Nuestra lengua y nuestros labios buscarán el contacto de ese cuerpo al que habremos aromatizado con un aceite de masaje comestible de nuestra confianza y ese contacto oral con el cuerpo de la persona a la que estamos regalando un sensual y magnífico masaje erótico hará saltar chispas de deseo entre ella y nosotros.
Besar, mordisquear, chupar, lamer… todos estos actos o pequeños placeres tanto para el que los realiza como para quien los recibe quedarán integrados dentro de la maravilla del masaje erótico gracias a la ayuda de los aceites de masaje comestibles. Éstos serán, finalmente, quienes permitan que el masaje erótico se convierta en esa especie de paraíso en el que todos los sentidos son estimulados y en el que el placer se vuelve pura sinestesia.
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