Todo hombre que deje de lado las prisas por llegar al momento de la penetración tendrá mucho ganado en la consideración sexual que la mujer tenga sobre él. Como ya sabemos, los preliminares son muy importantes en el sexo y los preliminares se basan, fundamentalmente, en la estimulación de las zonas erógenas, esas zonas que, en el cuerpo de la mujer, resultan especialmente sensibles a todo tipo de estimulación o caricia.
Al hablar de las zonas erógenas femeninas debemos saber que muchas de ellas coinciden con las del hombre. Los labios, las orejas y el cuello, por ejemplo, serían algunas de esas zonas erógenas cuya estimulación resulta muy placentera tanto en el caso del hombre como en el de la mujer. En esas tres zonas corporales confluyen muchas terminales nerviosas y, por tanto, las tres son muy sensibles. Una caricia, un beso o un lamido bien dado en alguna de esas zonas puede desencadenar en la mujer que lo recibe todo un oleaje de placer y puede despertar en ella el deseo de querer más. Y ese querer más, ese desear, es la clave de bóveda sobre la que se sustenta el éxito de una experiencia sexual.
Pechos y glúteos
Los pechos, por su parte, son una de las más importantes zonas erógenas femeninas. Para estimular correctamente el pecho femenino hay que masajearlos suavemente por los costados cubriéndolos poco a poco desde la parte inferior del seno hacia los laterales y hacia arriba. Estos movimientos deben realizarse con la fuerza justa. La suavidad es fundamental a la hora de estimular convenientemente cualquier zona erógena de la mujer, pero en el pecho y, en especial, en los pezones, esa suavidad adquiere una importancia capital. Una zona erógena femenina muy importante (y que a menudo se olvida por llegar cuanto antes al pezón) es la que está justo debajo del busto. Para la mujer suele resultar muy gratificante el ser acariciada en esa zona.
El pezón debería ser el destino último de la estimulación de esa zona erógena femenina capital que son los pechos. La estimulación del pezón merecería un capítulo especial. No en vano, hay mujeres que tienen la capacidad de experimentar lo que se llama “orgasmo de pezón”. Saber estimular un pezón es muy importante. La habitualmente alta sensibilidad de los pezones hace que el saber dar a la caricia o al masaje de los pezones la presión justa adquiera una importancia capital. Como sucede con todas las zonas erógenas, no todas ellas lo son en igual grado en todas las mujeres. Hay mujeres que tienen unos pezones más sensibles que otras. En algunos casos puede resultar interesante, a la hora de estimular esta zona erógena femenina, el echar mano de un maravilloso juguete erótico: los estimuladores de pezones. Hay mujeres que han convertido los estimuladores y succionadores de pezones en aliados preferentes de su placer erótico.
Otra zona erógena femenina muy importante son los glúteos. Acostada boca abajo, la mujer recibe la estimulación de las nalgas como un verdadero regalo del cielo. La estimulación de esta zona erógena femenina no sólo provoca placer a la mujer, también la relaja. Una caricia en la parte interior de las nalgas, cerca de la vulva, resulta muy gratificante. Esa zona de la anatomía femenina es, sin duda, una de las grandes zonas erógenas de la mujer. Para hacer más sensual su estimulación, así como para aumentar la efectividad de la estimulación de otras zonas erógenas de la mujer, resulta imprescindible el utilizar aceites de masaje. Un aceite de masaje da suavidad a la caricia y aumenta su sensualidad, lo que se traduce en un mayor placer tanto para quien realiza la caricia, el masaje o la estimulación como, por supuesto, para quien la recibe.
Estimulación de la zona genital femenina
Estimuladas convenientemente todas las zonas erógenas de la mujer citadas (incluyendo en ellas la cabeza, los dedos de las manos, la espalda, el abdomen, los muslos, los tobillos, la parte de atrás de las rodillas e, incluso, los pies), quien desee realizar una estimulación in crescendo de las zonas erógenas femeninas deberá prestar atención, finalmente, a la zona genital de la mujer. Labios vaginales, vagina y clítoris son los tres puntos a los que deben prestarse atención cuando queremos estimular los genitales femeninos.
Los labios vaginales, sensibles y lubricados natural o artificialmente, pueden estimularse con los dedos, con la lengua o con la punta del pene. También con algún juguete erótico destinado a tal efecto. Una bala o un huevo vibrador pueden ser excelentes aliados cuando se desean estimular los labios vaginales.
Otra zona erógena femenina por excelencia es la vagina. Para estimular esta zona erógena de la mujer podemos utilizar los dedos, la lengua y, también, algún juguete sexual tipo dildo, vibrador o pene realístico que nos permita acceder al interior de la vagina y, también, al punto G. Si queremos estimular el punto G con los dedos introduciremos los dedos en la vagina en forma de gancho y, con ellos dentro, realizaremos el gesto de llamar a alguien. Para saber sobre qué punto de esta zona erógena femenina debemos actuar debemos saber que el punto G se encontraría, dentro de la vagina, a la misma altura que el clítoris. La industria del juguete erótico ha creado una amplia colección de dildos con vibración para estimular el punto G que resultan muy efectivos para estimular la que es, junto al clítoris, una de las principales zonas erógenas de la mujer.
El clítoris, tal y como hemos señalado en el párrafo anterior, es una zona erógena fundamental en la mujer. De hecho, son muchas las mujeres que no pueden alcanzar el orgasmo sin una correcta estimulación del clítoris. La lengua, los dedos y los juguetes eróticos diseñados para estimular el clítoris son los instrumentos que suelen utilizarse para estimular esta zona erógena femenina.
Son varios los movimientos que pueden realizarse para estimular el clítoris. Uno de esos movimientos sería vertical con uno o dos dedos juntos, provocando que el capuchón del clítoris reciba esos movimientos. Otro de esos movimientos sería circular, alrededor del clítoris. Un movimiento de tipo horizontal también serviría para estimular esta zona erógena tan particular e importante. Cada mujer tendrá sus preferencias. Hay muchas para quienes la estimulación más adecuada del clítoris es aquélla que se realiza con dos dedos, uno a cada lado de éste, ejecutando movimientos verticales. Las mujeres que optan por este tipo de estimulación clitoriana aplauden las prestaciones de los conejitos rampantes y la doble o triple estimulación que proporcionan.
Los conejitos rampantes con triple estimulación actúan al unísono sobre tres zonas erógenas de la mujer: la vagina, el clítoris y el ano. Y es que el ano, igual que sucede en el caso del hombre, también es una importante zona erógena de la mujer. El ano posee múltiples terminaciones nerviosas y, por tanto, es muy sensible a todo tipo de estimulación.
Para la estimulación anal podemos contar con nuestros dedos, con la lengua y también con las prestaciones que aportan los numerosos juguetes eróticos destinados a la estimulación anal. Los plugs anales y las bolas tailandesas serían, en este sentido, los juguetes estrella en lo referente a la estimulación anal. Unos y otros, para ser utilizados convenientemente, deberían contar con la colaboración de un producto erótico que, por otra parte, debería estar presente en todas aquellas ocasiones en las que se utilizaran juguetes eróticos. Ese producto erótico del que hablamos es el lubricante. Las zonas erógenas lo son porque son muy sensibles. Una zona tan sensible como el ano y tan poco lubricada como él (no hay que olvidar nunca que el ano no se lubrica naturalmente) exige la utilización de lubricantes íntimos artificiales que impidan que la estimulación de esta zona erótica provoque unos efectos contrarios a los deseados.
Estimuladas todas estas zonas erógenas femeninas sin prisa y con sabiduría, lo más habitual es que la mujer solicite, exija, suplique, demande, implore, requiera o pida que la penetración, al fin, tenga lugar. Habrá llegado entonces el momento de buscar esa culminación que no será sino la llegada al punto de destino con el que el hombre soñaba cuando inició su maravilloso viaje a través de las zonas erógenas de la mujer.