Hay modas y modas. Esa expresión la hemos escuchado mil veces. Como un mantra. Como una de esas frases que se convierten casi en una especie de refrán o sentencia. Y es que, ciertamente, la expresión se sustenta sobre algo que deberíamos tener siempre presente: ni se es más por seguir todas las tendencias que vayan surgiendo ni todas las modas son buenas para la salud. Y es que una cosa es cortarse hoy el cabello a lo Rihanna y mañana a lo pin-up y otra apuntarse a según qué dietas, a la práctica de determinados deportes de riesgo o a algo tan estúpidamente carente de sentido como el sexo seco.

Sí, lo has leído bien: el sexo seco. Es decir, el sexo practicado mientras existe una ausencia total de lubricación genital. ¿Suena tonto verdad? Pues bien: hay gente que se ha apuntado a la tendencia de practicar este tipo de coito que a nosotros nos suena como a algo que, sin poseer en su origen motivaciones sadomasoquistas, acaba teniéndolas.

La práctica del sexo seco no es algo nuevo. Lo nuevo es que haya llegado a Occidente y que sean muchas las parejas que se hayan apuntado a experimentarlo. Hasta ahora, el sexo seco parecía pertenecer al mundo de lo tribal. En el sur de África hay tribus que realizan un ritual mediante el cual, y gracias a la utilización de humo, hierbas, alcohol, esponjas o, incluso, arena, se procede a secar el interior de la vagina antes del coito. ¿Para qué? Para que, presuntamente, el hombre experimente más placer durante el coito. Del placer que durante dicho coito experimenta la mujer más vale no hablar. ¿Para qué? En dichas culturas ese placer no cuenta para nada. No importa.

Pero, ¿y en la nuestra? ¿Tampoco en nuestra cultura importa el placer que la mujer puede obtener de la práctica sexual? ¿Tampoco a nosotros nos importa el derecho al gozo de la mujer? ¿Tan tontos nos hemos vuelto que somos capaces de llevar nuestras ganas de experimentación sensitiva hacia prácticas sexuales que, por simple lógica, ya se intuye que, lejos de ser placenteras, pueden incluso llegar a ser dolorosas?

Aunque parezca mentira, hay mujeres que, en nuestra sociedad, experimentan con apósitos, gasas y productos de cosmética para, a continuación, y una vez reducida o eliminada su lubricación natural, practicar sexo seco. Esta práctica, más allá de las molestias o el dolor que puede causar tanto para la mujer como para el hombre, puede provocar una serie de problemas entre los que destacamos los siguientes:

  • Inflamación de los tejidos vaginales.
  • Cortes y heridas en la zona genital.
  • Mayor riesgo de contagio de infecciones y enfermedades de transmisión sexual.
  • Falta de protección frente a la aparición de bacterias perjudiciales en la zona vaginal.
  • Riesgo de rotura del preservativo.

Ante tantos argumentos negativos, ¿cómo puede alguien apuntarse a esta, digámoslo claro, estúpida moda del sexo seco? Y es que, ciertamente, no hay argumento a favor alguno del sexo sin lubricación. La falta de lubricación no genera, como dicen los defensores de este tipo de práctica sexual, mayor presión en la vagina y, por tanto, no proporciona mayor placer ni al hombre ni, por supuesto, a la mujer. El coito tampoco se hace más prolongado porque la vagina esté seca. El sexo seco es, simplemente, una estupidez, ganas de pasarlo mal. Porque… ¿no será siempre mejor introducir el pene en un lugar acogedoramente lubricado que no en algo que recuerde, aunque sea lejanamente, al papel de lija? Y ¿no será mejor, en el caso de la mujer, sentir cómo en el cuerpo entra y sale algo con absoluta suavidad y no mediante una dolorosa e irritante fricción?

Para que sea verdaderamente placentero, el sexo tiene que practicarse con una buena lubricación. Para garantizar e incrementar dicha lubricación no hay nada mejor que usar un buen lubricante (a veces con la lubricación natural no basta para proporcionar esa suavidad deslizante que convierte el coito en una auténtica maravilla) y, en su caso, experimentar con la amplia gama de lubricantes que se pueden encontrar en el mercado. De sabores (fresa, cereza, piña colada, albaricoque, sandía…) o con diferentes efectos (frío, calor, retardantes, etc.), los lubricantes serán el mejor aliado de todas aquellas personas que, lejos de experimentar la soberana bobada del sexo seco, quieran disfrutar de verdad del coito.

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